Revés internacional a López Obrador

El presidente Andrés Manuel López Obrador no tendría que haber tomado como una afrenta cuasipersonal...

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El presidente Andrés Manuel López Obrador no tendría que haber tomado como una afrenta cuasipersonal de los “neoliberales” y “conservadores” —evidentemente se le aparecen debajo de cada piedra y hasta en la sopa— que su candidato a dirigir el Banco Interamericano de Desarrollo, el subgobernador del Banco de México y doctorado en Harvard, Gerardo Esquivel Hernández. Si bien es cierto que al mexicano le sobran credenciales y méritos, el aspirante israelo-brasileño que fue elegido con 80 por ciento de los votos, Ilan Goldfajn, no es de ninguna manera un bueno para nada ni un golfo suertudo.

En la conferencia matutina con la que abrió la semana, López se descosió en dicterios contra el nuevo presidente del BID y los países que lo apoyaron, como Estados Unidos, con cuyo presidente Joe Biden, trae una reyerta muy perjudicial para México, todo por su amoroso apoyo al ultraconservador y bravucón ex mandatario Donald Trump—, Canadá, Argentina y, desde luego, el propio Brasil, países todos de los que presumió tener comiendo de la mano, pero que promovieron la nominación de Goldfajn, lo que el tabasqueño, dada su impertinencia declarativa, sobredimensionó, iracundo, al grado de exponer al país a potenciar la percepción negativa de su gobierno a la que ya se abocaba su gobierno no solo en los confines continentales, sino en todo el orbe.

No cabe duda, eso sí, de que López —si es que fue él— eligió a un buen candidato, pero compitió con otro asaz mejor, pero sobre todo apoyado por las barras y las estrellas que, merced a su imprudencia, ya le tienen patente ojeriza al jefe del Poder Ejecutivo de nuestra nación. Alguien debiera atreverse —aunque sería tan difícil y riesgoso como decirle al emperador que anda en cueros por ahí— a hacerle ver que no es nada bueno ponerse con Sansón a las patadas y que, para dolor de su corazón, en Estados Unidos ya no gobierna su demencial gurú y “amigou” Trump.

Gerardo Esquivel, aparte de su alto puesto en el banco central, estudió la licenciatura en la UNAM, la maestría en el Colegio de México y el doctorado en la Universidad de Harvard —donde también fue empleado como investigador—. Trabaja en el Colegio de México, la institución educativa a nivel posgrado y de investigación más señera del país, desde 1998, y es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel III. El Research Papers in Economics, lo destacó como uno de los economistas más citados en México. Ha servido como investigador en el Fondo Monetario Internacional, el Banco de México, el Banco Mundial, el propio BID, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Se trata, además, de un galardonado periodista y a él se deben obras especializadas muy celebradas en los ámbitos académico, político y de las ciencias sociales.

El nuevo presidente del BID, doctorado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, quien siendo de nacionalidad brasileña e israelita y nacido en Haifa, Israel, curiosamente obtuvo su maestría en la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro, no cuenta con un currículo tan amplio como el de Gerardo Esquivel, el pero ha recibido el beneplácito casi unánime de las instituciones y círculos económicos de todo el mundo. Además, a pesar de que fue postulado por el fascistoide ex presidente brasileño Jair Bolsonaro, parece ser que el nuevo jeque financiero de América contó con el apoyo del flamante mandatario izquierdista brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.

Pero si la destemplada ira de López es porque Estados Unidos, ostenta cerca de un tercio de la participación del BID, apoyó a Goldfain y concitó el apoyo de Canadá, Argentina y, obviamente, Brasil, es porque acaso sus bravuconadas contra el estadounidense Biden le estarán extendiendo las facturas el resto de su mandato, para el cual evidentemente ya perdió el tan cacareado apoyo de naciones que él siempre presumió que lo amaban con locura tropical.

López debe estar desolado por la que seguramente considera una chaqueta de los gobiernos de centro izquierda que creía que lo apoyarían, incondicionalmente, in secula seculorum, pero, más allá del discurso público, nadie quiere tener de enemigo a Estados Unidos, situación prístinamente clara en el ámbito de las finanzas internacionales.

No. Definitivamente no era tan cierto el amor mundial a la Cuarta Transformación y a su caudillo.

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