Riquezas baratas

“No sirve de mucho la riqueza del bolsillo, cuando hay pobreza en el corazón” San Francisco...

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“No sirve de mucho la riqueza del bolsillo, cuando hay pobreza en el corazón”

San Francisco

Vivimos en un mundo de estrecheces, cada vez alcanza menos para comprar el alimento diario. Realmente es una gran tristeza estar viendo cómo se diluye el dinero y ver que cada día alcanza menos. Sin embargo, hay que voltear a ver otras cosas, como esas riquezas baratas que están guardadas en el cajón de los recuerdos.

Porque -aunque de esto apenas se habla- hay riquezas carísimas y riquezas baratas. Y sería dramático que mientras la gente se pasa la vida llorando por no poder alcanzar los bienes caros, se dejasen de cultivar los que tenemos al alcance de la mano: sonreír, la amistad, el amor, admirar el atardecer, sentarse a lado del amado sin decir nada, mirar el mar… entre tantas y tantas cosas que existen.

La amistad es una gran riqueza muy barata. Un verdadero amigo, amiga, es un gran tesoro en esta vida. Esa amiga que se acerca en los momentos difíciles, que no te juzga y en todo momento te defendería. Ese amigo, con el que te sientes comprendido y acompañado. Esa persona que nos ayuda a sonreír a pesar de las vicisitudes que estamos viviendo.

Ese amigo cuesta menos que una cerveza. Todos lo podemos tener. Hay amigos en todas partes, de todas las edades, de mil ideologías, de muy diversos niveles culturales. Quién sabe si cuando todos vayamos teniendo menos adquisiciones económicas, descubriremos mejor esa propiedad milagrosa de la amistad con la que no contábamos. Así como los pequeños detalles de la vida que no cuestan nada.

¿Desde cuándo un coche, un apartamento, un viaje por el mundo, un celular, pueden producir la centésima de placer verdaderamente humano que aportaría una amistad, una sonrisa, un abrazo, un atardecer, una conversación con el amado, la lectura de un buen libro?
Nos han acostumbrado a creer que el dinero y el lujo es la verdadera moneda de la felicidad. Nos han empobrecido diciéndonos que solo con el dinero seríamos felices. Hay tesoros baratos y lo tenemos muy olvidado.

Hay multimillonarios que gastan la vida en llorar por creerse pobres. Y yo me pregunto si un poco de estrechez no serviría para abrirnos los ojos. Y, qué pasaría si en el mundo tuviéramos que apretarnos un poco el cinturón a cambio de que aprendiéramos a engrandecer el alma y admirar la belleza que tenemos a nuestro alcance.

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