Seis años de desarrollo para Quintana Roo

Más allá del abanico de opiniones que giran en torno a la gestión de Andrés Manuel López Obrador, en el caso concreto de Quintana Roo, esta entidad resultó favorecida...

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Más allá del abanico de opiniones que giran en torno a la gestión de Andrés Manuel López Obrador, en el caso concreto de Quintana Roo, esta entidad resultó favorecida durante estos seis años, al grado que nunca antes el gobierno federal había invertido o apostado tanto por la principal entidad turística de México, por el contrario, ésta había sido permanentemente saqueada, exprimida desde el centro del país.

El asunto no es menor. Según la gobernadora Mara Lezama, durante este sexenio federal se invirtieron más de 200 mil millones de pesos en infraestructura como el tren maya, como el aeropuerto de Tulum-Carrillo Puerto, como el Puente Nichupté, como el bulevar Colosio, entre otras obras.

Al respecto, por supuesto que habrá que reconocer la gestión hecha por Lezama Espinoza, quien cual “cuchillito de palo” insistió, estuvo “duro y dale” con estos temas ante el mismo jefe del Ejecutivo federal, hasta que sus propuestas fueron avaladas y hoy se ven cristalizadas en casi todos los casos.

Decimos que es preciso reconocer lo hecho por Mara, quien desde el inicio de su administración optó precisamente por abrir el diálogo y con toda confianza pedir el apoyo a la entidad, ya que marcó una significativa diferencia con su antecesor, Carlos Joaquín, quien de manera penosa y servil decidió ponerse de tapete ante el mandatario de la nación, buscando una salida tersa, sin importarle nunca el estado. Y lo logró, ni hablar.

Cómo olvidar que hace casi tres décadas ya se hablaba en Cancún de la posibilidad de construir un puente sobre la Laguna Nichupté e incluso se consideró la creación de un tren que recorriera el bulevar Kukulcán, repito: Hace casi tres décadas, con el objeto de “oxigenar” el tráfico vehicular sobre la arteria de la zona hotelera.

En ese tiempo no había ni la mitad de habitantes en esta ciudad, mucho menos cuartos de hotel y, claro, no había la voluntad de poner manos a la obra. Vinieron directores de Fonatur, secretarios de Turismo y demás autoridades para hacer anuncios rimbombantes que jamás aterrizaron.

Lo mismo en el bulevar Colosio, la principal entrada turística a la ciudad de Cancún, que durante años fue un monumento al parche, fue la fiel estampa de lo que este destino turístico representaba para el gobierno federal, es decir, sólo invertir lo mínimo y tapar huecos para tratar esconder el desinterés.

De ahí la relevancia de lo que se ha hecho en los meses más recientes en Cancún, principal destino turístico del país y la marca más importante de México en el extranjero, generadora de economía y de empleo para el estado, para el sureste y para la nación.

La opinión de la gente sobre el transitar de AMLO en estos seis años es variable y respetable. Muchos están a favor (es cierto, la inmensa mayoría producto de los apoyos sociales más que por hacer un verdadero análisis), y muchos otros en contra (seguridad, salud, educación, economía macro y ahora justicia) y todas estas opiniones siempre serán respetables. Dicen que uno habla de la feria, según le va en ella.

Pero resulta irrefutable que esta entidad fue consentida, especialmente tratada por la Federación, por un presidente que siempre reconoció a Quintana Roo como el estado que durante décadas rescató a miles de familias del sureste que no encontraron en su localidad una forma digna de vivir.

La semilla ha sido sembrada, creció y ha dado frutos, y existe el convencimiento que esta tónica continuará para bien del estado, dada la cercanía y amistad fraterna que existe entre la próxima presidenta, Claudia Sheinbaum y la gobernadora Mara Lezama.

Que así sea…

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