Senadurías y diputaciones federales, tierra de nadie

En la batalla por las senadurías y diputaciones federales ningún partido o coalición puede tener la certeza del triunfo en casi todos los frentes...

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En la batalla por las senadurías y diputaciones federales ningún partido o coalición puede tener la certeza del triunfo en casi todos los frentes, porque será un encontronazo con nuevos ingredientes capaces de alterar escenarios.

En esta elección la coalición PRI-Verde tendrá que remar contra corriente con su fórmula para el Senado, hasta hoy invicta en esa categoría. Los ex gobernadores priistas Pedro Joaquín Coldwell y Félix González Canto ganaron en 2006 y 2012, llevando como compañeros de fórmula a Ludivina Menchaca Castellanos y Jorge Emilio González Martínez, “El Niño Verde”, pero el Tricolor permanecía en la gubernatura y este bastón de mando hacía la diferencia.

El 2018 sorprende al priismo quintanarroense fuera de la máxima posición del estado, por lo que le costará mucho esfuerzo imponerse en la guerra por el Senado. De hecho, la hoy Morena Marybel Villegas Canché –ex perredista, ex panista y ex priista– y el perredista de los guantes de oro Julián Ricalde Magaña serán muy fuertes retadores y su poderío aumentará si el PRI envía candidatos muy débiles al cuadrilátero.

El PRI caribeño ha soportado a partir de 2000 el impacto de tres huracanes consecutivos en la batalla presidencial: el panista Vicente Fox Quesada y Andrés Manuel López Obrador, ex perredista y ahora dueño de Morena. Pero el PRI ha preservado sus dos senadurías, en pareja con el Verde Ecologista a partir de 2006.

Las cuatro diputaciones federales son otras presas valiosas que están en el aire para todos los ejércitos, y llegado el momento los perfiles de los candidatos acentuarán una probabilidad de triunfo o derrota. En este campo los priistas tampoco pueden darse el lujo de enviar candidatos mediocres porque sus adversarios pueden crecer.

La coalición PAN-PRD es dominada por la mediocridad de cuadros propios y tan sólo es fortalecida por ex priistas; la elección local del cinco de junio de 2016 es el ejemplo más inmediato.

                                     Precisión acerca de Pedro Joaquín Coldwell

Pedro Joaquín Coldwell tenía exactamente 30 años con ocho meses cuando llegó a la gubernatura en 1981, relevando al chetumaleño Jesús Martínez Ross. Hago la precisión porque en una columna reciente afirmé que tenía 31 años cumplidos.

 

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