Por Rafael R. Deustúa

El hombre araña tiene muchos enemigos, en su mayoría supervillanos, pero el que este año enfrentaba era uno de los más grandes: la expectativa de las audiencias que deseaban verlo renovado en el universo cinemático de Marvel y salvar al personaje de su última encarnación. Con una historia bien llevada, actuaciones decentes y un gran estándar de calidad, su vecino amistoso triunfa.

Luego de combatir al lado de Iron Man y los Vengadores Peter Parker es envíado a casa y vive esperando desesperadamente el llamado a una misión mientras enfrenta a criminales de barrio. La casualidad lleva a que descubra una operación de tráfico ilegal de tecnología chitauri a cargo de el Buitre y decide resolver el asunto por sí mismo esperando que Tony Stark lo tome en serio.

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El argumento de ésta cinta no se basa en ningún comic pero es evidente que se diseñó tanto para relanzar el anhelado Spiderman en el universo Marvel como para fortificar éste mismo en espera de las próximas cintas de “Avengers”. Lo más valioso es que respetan la esencia adolescente del personaje, con los conflictos y humor que le caracterizan, mientras lo colocan frente a un oponente creíble. Además hay un par de giros argumentales interesantes.

Jon Watts centra su narración en el ansia de Peter por convertirse en un superhéroe al lado de los Vengadores, pero evita dramas y lleva el tema con humor, ofeciendo como resultado secuencias que divierten y logran que uno vaya simpatizando con el chico. Justo cuando ya nos agradó el muchacho parece que pierde el ritmo, sólo para aumentar la intensidad y llevarnos a un buen final.

El trabajo de Tom Holland es muy bueno, capaz de pasar de ser un héroe a un chico en problemas con apenas un cambio en sus gestos y lenguaje corporal. Lo complementa bien el resto del reparto, desde los experimentados Robert Downey Jr., Marissa Tomei, Jon Favreau y Michael Keaton, hasta sus compañeros de escuela: Jacob Batalon, Laura Harrier, Tony Revolori y Zendaya.

Los efectos especiales llevan el sello Marvel, pero tienen una calidad algo dispareja, por un lado los movimientos de Holland delatan el uso de cables -malo-, por otro son tan buenos que olvidamos que una persona no puede arrastrarse por el techo -excelentes-.