¿Tren Maya en 8 meses?
Los constructores del Tren Maya pisan a fondo el acelerador para cumplir con los tiempos establecidos...
Los constructores del Tren Maya pisan a fondo el acelerador para cumplir con los tiempos establecidos por el presidente Andrés Manuel López Obrador, y así inaugurar las obras en diciembre próximo.
Aunque la titánica meta se ve difícil de cumplir, lo cierto es que se ha ventilado que sí, efectivamente se inaugurará el últimos del presente año 2023, sin embargo, han reconocido que sólo será inaugurada una primera etapa, y que, las demás, se harán hasta el próximo año 2024.
En Quintana Roo es justamente donde se ve menos probable que la megaobra sea inaugurada y puesta en marcha este año; el proyecto insignia del presidente de la república ha encontrado más piedritas, o más bien, rocas en el camino.
Desde un inicio la lucha ha sido férrea contra los ambientalistas, que han impugnado de todo, y en varias ocasiones han logrado que los jueces federales paren los trabajos que se realizan en la selva quintanarroense.
El problema es que aquí en Quintana Roo no sólo la selva es densa, llena de fauna silvestre en conservación, sino que además está plagado de árboles protegidos por la legislación federal; además de que los cenotes y cavernas abundan, así como los vestigios de nuestros ancestros mayas…así o más complicado el asunto.
Ahora los ambientalistas denuncian afectaciones en el fondo del mar Caribe, donde las anclas de los barcos, que traen la piedra porfirita para las vías del tren, han dañado los arrecifes de corales.
La autoridad federal les dio la razón, y por eso un juez suspendió de forma provisional el transporte de las rocas provenientes de Cuba, tras comprobar los supuestos daños al frágil ecosistema marino del Caribe Mexicano, específicamente, en Puerto Morelos.
El problema, de nueva cuenta, fue la falta de la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), con la que, aseguran los activistas, se hubiera podido evitar el daño al arrecife, que ya de por sí enfrenta graves enfermedades como el síndrome blanco.
Para colmo de males, ese mismo juez ordenó la suspensión para la ampliación del camino “José María Morelos”, que conecta la carretera federal con la zona costera de Puerto Morelos, y en donde transitan los camiones que transportan la piedra.
Según se dijo, la ampliación de esta vía, conllevaría la tala, desmonte y relleno de manglar, además de obstruir el flujo natural de los humedales que rodean Puerto Morelos, y que por cierto es hábitat de muchas especies de aves, reptiles, peces y plantas.
Es por eso que el presidente López Obrador también incrementó el número de visitas a Quintana Roo; aunque se dice que es para supervisar los trabajos del Tren Maya, lo cierto es que debe de intervenir personalmente para que los conflictos se destraben.
Tal y como ha ocurrido con los ejidatarios de Laguna Om, quienes se manifestaron en contra de que se haya eliminado la construcción de una estación en su comunidad y, desde hace meses, han estado bloqueando de manera intermitente, la carretera federal.
Las prisas son malas, sobre todo en este tipo de obras monumentales, y cualquier error puede derivar en pérdidas millonarias, como recién ocurrió en Campeche, donde fueron derribados tres pilotes del puente para el Tren Maya en el tramo 2, de la localidad de Castamay, debido a fallas estructurales que, por fortuna, se detectaron desde ahorita.
¿Se habrá vuelto el Tren Maya un dolor de cabeza para el presidente?