Tulum: Grace convirtió sus sueños en cuatro horas de pesadilla
“Es la primera vez que vivo un huracán”; “Envolví a mis hijos en bolsas de plástico”; “Los dos llorábamos solitos en la hamaca”: historias de marginación en la colonia “2 de Octubre”.
Nestor Saldívar y Francisco Acosta
Cuatro horas de pesadilla vivieron habitantes del asentamiento irregular “2 de Octubre”, en Tulum, durante el paso del huracán Grace. Muchos prefirieron refugiarse en sus casas de palos y palma. Le temían al agua y a las rachas de 153 kilómetros por hora. Pero la noche del ciclón más miedo les daba dejar en manos de los rateros sus pocas pertenencias.
En la zona de turistas y fiesta de Tulum, sólo se reportaron árboles caídos y postes de luz. En la “2 de Octubre”, en cambio, una decena de casas volaron por el aire sobre los ojos bien cerrados de sus moradores.
María del Carmen, de 44 años, fue una de esas almas que vivió la furia de “Grace”. Decidió quedarse en su casa fabricada con materiales de la región por temor a los bandidos.
“Yo me quedé aquí con mi esposo por mis pertenencias que tengo. Las cosas que deja uno lo entran a sacar. Por eso no salimos”, declaró a NOVEDADES.
#QuintanaRoo | María, con tal de que no le roben sus pertenencias no fue al refugio y vivió el huracán “Grace” en su vivienda.
— Novedades de Q.Roo (@novedadesqroo) August 19, 2021
🎥 : Harold Alcocer. pic.twitter.com/t4uLRrbZlm
Ella relata que a las 3:00 horas del jueves “Grace” comenzó a azotar su casa y a levantar poco a poco las endebles láminas de cartón. En el punto más terrorífico, la puerta se derribó y fue a dar a su cabeza. Ella quedó inconsciente a partir de ese momento con la tormenta empapando su cuerpo y el de su atónito esposo.
“Fue horrible. Me puse a llorar cuando vi que estaba muy fuerte”, comparte.
Afortunadamente, María del Carmen tuvo un mal presentimiento antes de la tormenta y decidió refugiar a sus hijos en la Escuela Primaria Urbana Federal Ford 198. Está a 20 metros de su casa. Salvo el moretón en su cabeza, hoy toda su familia puede abrazarse gracias a esa oportuna decisión.
“Es la primera vez que vivo un huracán”
A dos casas de María del Carmen vive Blanca Nery, originaria de Ocosingo, Chiapas. ¿Experiencia en huracanes? Ninguna. Literalmente, se fue a dormir hasta que le despertó el crujir de los árboles que caían sobre el techo de su habitación.
“Nunca me había pasado esto, es la primera vez que vivo un huracán”, confiesa un tanto arrepentida por no haber investigado un poco más. Y no es para menos. Cuando el pánico se apoderó de su cuerpo, salió corriendo de su casa hasta interponerse en la trayectoria de cientos de escombros convertidos en proyectiles por el huracán “Grace”.
“¡Por aquí!, ¡por aquí!”, gritaba una mujer a lo lejos. Blanca Nery y Silvino, su esposo de 30 años, alcanzaron a oír y a duras penas, succionando lodo a cada paso, llegaron a la puerta de su vecina. Allí se refugiaron y colapsaron en lágrimas.
“Empezó a las tres de la mañana, cuando escuchaba la sonadera de láminas, como mi esposa nunca lo había visto comenzó a llorar. Le busqué un lugarcito para que no se lastime”, cuenta el joven chiapaneco.
Pero lo peor no había pasado.
La casa que les había dado cobijo hacía unos instantes comenzó a levantarse. De repente, en un santiamén, el techo se desprendió y desapareció sobre el cielo nocturno.
“¡Al piso!”, gritó Silvino. El muchacho empujó a Blanca Nery y, hasta verla tumbada sobre su estómago, comenzó a poner sobre los dos las colchonetas que había cerca. Él la abrazó tan fuerte que perdió la sensación en sus brazos.
Clavos, astillas de madera, cristales rotos y finos granos de madera comenzaron a caer en la habitación. Entre las cuatro paredes sin techo, los proyectiles comenzaron a volar en círculos, como un pequeño torbellino o licuadora, cuya fuerza y materiales podía lijar la tela de sus ropas y sus propias pieles.
Afortunadamente, las colchonetas les aislaron y hoy ambos pueden contar su experiencia a NOVEDADES sólo con unos raspones en las piernas.
“Envolví a mis hijos en bolsas de plástico”
Armando, por otra parte, también hizo lo imposible para salvar a sus hijos. Para ello, tomó una medida extrema: envolverlos en plástico.
A las 3:40 de la madrugada el viento levantó el techo de su vivienda y todos apretados en un rincón vieron pasar al huracán sin filtros, sin nada que se interpusiera entre “Grace” y sus ojos.
“No dormimos ya a esa hora. Nomás estábamos engurruñados (encogidos)”, comparte.
A pocos metros de su casa, Maltiria, de 30 años, temió por su vida y la de sus tres hijas menores de edad, una de ellas recién nacida.
Por increíble que parezca, ella decidió muy pronto salir al monte con dos de sus tres hijas en brazos. No se esperó a nada. Sabía que su casa no iba a aguantar. Así salvó su vida y las de dos niñas. A la otra bebé recién nacida la escondió en una casa de loza de una vecina”.
“No tengo donde ir ahorita, tengo dos hijas y está chiquitita”, dice a NOVEDADES. En sus ojos todavía hay ráfagas de preocupación. Afortunadamente, cuenta con el apoyo de algunos vecinos y su familia está a salvo y sin heridas para lamentar
“Los dos llorábamos solitos en la hamaca”
La especial atención de los vecinos de la “2 de octubre” estuvo puesta en los adultos mayores.
Onésimo y Carmela, una pareja de la tercera edad, estuvieron al borde de la muerte, pero el huracán “Grace” fue benévolo con sus vidas
El poder del huracán se llevó el techo como si se desprendiera la hoja de un cuaderno profesional. Y no les quedó de otra que quedar a merced de la tormenta y del agua que subía de nivel, llevándose sus pocas pertenencias.
“Estaba feísimo. Los dos llorábamos solitos en la hamaca. Aquí nos mojamos, nos cambiamos dos veces de ropa. Estábamos acostados en la hamaca, pero sentíamos que nos iba a llevar hasta nosotros”.
Onésimo y Carmela dan gracias a Dios por sobrevivir a esta emergencia.
Marginación y votos
El “sueño quintanarroense” ha sido el principal imán de migrantes en la entidad. La “2 de octubre” de Tulum es uno de sus asentamientos. Ahí ese “sueño” se convierte muy pronto en “pesadilla”.
En julio pasado, 144 familias fueron desalojadas de esa colonia irregular por la autoridad y ello dio pie a un bloqueo temporal de las carreteras Cancún-Chetumal y Tulum-Cobá.
Ante esto, el procedimiento judicial de desalojo quedó “congelado”.
Se calcula que en Tulum más del 10% de los habitantes vive en cinturones ilegales y de pobreza. Es decir, unas 5 mil 600 personas si consideramos que el censo más reciente contabilizó 46 mil 721 habitantes en este municipio.
Paradójicamente, la “2 de octubre” colinda con “Aldea Zamá”, un fraccionamiento de alta plusvalía en este paraíso que hoy despertó con “saldo blanco” en sus zonas turísticas, pero con el mismo futuro incierto de sus habitantes más pobres.