Únicamente dos murales del Barrio Mágico tienen identidad chetumaleña

Artistas retratarón pasajes de Chetumal relacionados con la actividad chiclera de la época.

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Solo dos murales del Barrio Mágico tienen identidad chetumaleña / (Foto: Sipse)
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Solo dos de los 17 murales que engalanan la Rutas Mágicas del Color del Barrio Mágico de Chetumal cumplen con el objetivo identitario de la capital del estado, consideró Fabián Herrera Manzanilla, Cronista de la ciudad de Chetumal.

Señaló que los murales de las Rutas Mágicas del Color que, a su consideración, los artistas retratan pasajes de Chetumal relacionados con la actividad chiclera de la época de los años cincuenta, así como del balneario Punta Estrella, icónico en la capital del estado.

Dijo que los siete muralistas acudieron a la Casa de la Crónica de Chetumal “Ignacio A. Herrera Muñoz”, para que se les dieran la inmersión turística de lo que ha sido la historia de Chetumal, pero a su punto de vista solo dos de ellos lograron el tema identitario.

Solo dos murales del Barrio Mágico tienen identidad chetumaleña / (Foto: Sipse)

El mural de Punta Estrella fue obra del artista Sairikaro y Slimer, y en el mural ubicado en el Bulevar Bahía esquina 22 de Enero, se lee:

“Este mural está diseñado para ser leído desde donde sea. Por ello, se define un horizonte entre el agua y el cielo, en último plano, abarcando el espacio. Se enmarca entre una pared de piedra y una ceiba, los cuales envuelven una escena de selva, mar e historia. De lado izquierdo, se aprecia un rostro Maya en perfil labrado en piedra, que continúa y forma el perímetro del estado de Quintana Roo. También se puede ver un caracol estilizado que termina con el lugar de recreo familiar, muy popular en el pasado chetumaleño: Punta Estrella”.

En tanto que la obra “La ordeña”, inspiración de Manilkara Zapota Nozer, se ubica en la avenida Independencia esquina 22 de Enero, y en palabras del artista se lee: “Este mural pretende enaltecer la labor del chiclero, un personaje importante en la historia de la región”, indicó.

Desde la época prehispánica, ya se extraía la resina (savia) del árbol Chicozapote (Manilkara Zapota), haciendo incisiones en la corteza del árbol en forma de zigzag. Esto ocasiona la salida de la resina que era recolectada para uso personal. La labor del chiclero no solo ha sido importante para la economía de la región, también es un trabajo que protege a las selvas y bosques, que son los pulmones de oxígeno del planeta.

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