Natasha se levantó muy temprano, con muchos nervios desayunó y salió de su casa en compañía de su padre para recibir la primera dosis de la vacuna contra COVID-19 de Pfizer para adolescentes en Cancún.

La adolescente de 14 años confesó tener miedo de la inyección, ya que un primo presentó fiebre después de recibir el biológico, pero confío que de esta manera estará más protegida contra el virus.

“Tengo miedo de que me dé efectos secundarios, mi primo ya se la puso y estuvo en cama algunos días. Me estuve mentalizando de que no va a pasar nada, además siempre sigo las recomendaciones de salud para no enfermarme y así me voy a sentirme más segura”.

Bernardo, padre de la joven, aseguró que esperaban la jornada de vacunación desde hace varios meses, pues temían que con el regreso a clases presenciales los menores estuvieran expuestos a un contagio.

“Voy a sentir más seguridad de llevar a mi hija a la escuela, eso nos preocupaba, porque algunos de sus compañeros no se cuidan, tampoco sus papás tienen la precaución de pedirles que tengan cuidado, pero con la vacuna vamos a tener más tranquilidad”.

El entrevistado indicó que independientemente de que se han relajado algunas medidas, en el plantel donde está inscrita su hija no se han presentado casos de COVID-19 entre alumnos y maestros.

 

El sentimiento de preocupación fue compartido por otros padres de familia, quienes estuvieron de acuerdo en vacunar a sus hijos, sobre todo, por el temor que ahora existe por las posibles secuelas en caso de infección.

Andrea, mamá de un niño de 12 años, indicó que su hijo tenía temor de aplicarse la vacuna de Pfizer, sin embargo, el ejemplo de sus demás familiares le ayudó a superar el miedo a la inyección.

“Está nervioso, pero le expliqué que yo me apliqué las tres dosis y no me pasó nada, sólo el dolorcito del brazo, temperatura y fue todo. Él en general le tiene miedo a las vacunas, pero ya vio que no pasa nada”.