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Hace algunos días vi un video de un tour en Cozumel donde, por desgracia, un cocodrilo fue atropellado por un turista que manejaba un vehículo 4x4.

El video me hizo reflexionar (nuevamente) acerca de la responsabilidad que tienen los operadores turísticos de cuidar los ecosistemas y, sobre todo, de educar a los turistas acerca de las actividades que realizan.

Considero que el tema de la creación de una cultura de turismo sustentable aún es uno de los grandes retos pendientes que tenemos en nuestro país, en general; he visto durante muchos años operación de recorridos en Áreas Naturales Protegidas y en aquellos sitios sensibles que no están protegidos, sin ningún tipo de control ni cuidado de los recursos tan valiosos que tenemos.

Y podemos discutir acerca de si la autoridad debe o no permitir este tipo de actividades de alto impacto, o si debemos poner límites al uso turístico en ciertas zonas sensibles, a través de la negativa de dichas actividades; y en ello estoy de acuerdo.

Pero también estoy claro que pueden realizarse actividades de turismo en armonía con la naturaleza y respeto a las culturas locales, porque ejemplos y buenas prácticas también existen.

Cuando uno opera un negocio, uno de los objetivos es satisfacer la necesidad del cliente y hacerle pasar un momento agradable, porque para eso es que se hace turismo; pero no podemos operar negocios de igual forma en todos los sitios, y ahí, existe una gran responsabilidad de los operadores de tours por mantener y preservar los recursos naturales. Y no solo por una cuestión ética, sino porque las normativas en materia ambiental imponen sanciones a aquellos que atentan contra la vida silvestre.

El turismo sustentable, dice la Organización Mundial del Turismo, debe ser una herramienta para que el turista genere conciencia acerca de los recursos que visita y se vuelva un aliado en la conservación de los mismos, lo que en muy pocos casos sucede. ¿Se han preguntado alguna vez, qué porcentaje de los turistas que visitan nuestro país saben la diversidad biológica que hay en él? ¿O cuantos de los que visitan Quintana Roo conocen la importancia de las Áreas Naturales Protegidas?

Y claro que esa es una labor de las organizaciones e instituciones que promueven los destinos, pero finalmente ellos no están en contacto directo con los turistas; son las empresas, los operadores y sus guías, quienes tienen la posibilidad y responsabilidad más directa de educar y sensibilizar a aquellos quienes contratan sus servicios.

Y ahí es donde tenemos muchísimo trabajo que hacer; no generalizo, porque conozco empresas que hacen una gran labor de educación ambiental en sus recorridos turísticos, pero son pocas en comparación con todas aquellas que operan en nuestro país.

La capacitación y certificación de guías debe entonces convertirse en un ejercicio mucho más continuo y estricto; he visto casos de guías o “acompañantes traductores” de grupos de turistas que, con una tremenda irresponsabilidad, dan información falsa o incompleta acerca de la importancia de cuidar los recursos y, en especial, las especies.

Y creo también que la responsabilidad se extiende a aquellos operadores internacionales o nacionales que contratan sus servicios, ya que el tema de la sustentabilidad y la preparación de los guías no es un requisito solicitado para lograr cerrar un negocio turístico.

Creo que este es uno de los temas fundamentales que deben desprenderse del Compromiso Nacional por un Turismo Sostenible para el Desarrollo, lograr realmente que el sector de las excursiones logre implementar prácticas adecuadas para proteger la salud de los ecosistemas y a las comunidades locales; de lo contrario, el negocio seguirá siendo muy buen negocio pero a costa de muchos de nuestros recursos.

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