Viven a flor de piel la pasión y muerte de Jesucristo en Chetumal

Los gritos de ¡crucifícalo, crucifícalo!, hicieron vibrar los sentidos de todos los fieles católicos.

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Viven a flor de piel la pasión y muerte de Jesucristo en Chetumal. (Fotos: Daniel Tejada/SIPSE)
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Cientos de fieles católicos salieron a las calles para participar de los Viacrucis vivientes que se realizaron en Chetumal, y de esta forma vivir a flor de piel la vía dolorosa de la pasión y muerte de Jesucristo.

Los gritos de ¡crucifícalo, crucifícalo!, hicieron vibrar los sentidos de todas las personas que acudieron a los Viacrucis realizados en las parroquias San José Obrero y San Patricio de Irlanda, Divina Providencia y Nuestra Señora de Guadalupe, y comenzar de esta manera el andar por las diversas calles aledañas a estos centros religiosos, con la cruz en la espalda de Jesús y los soldados romanos sin cansarse de flagelar la piel de todo el cuerpo del Hijo de Dios.

Cada una de las 14 estaciones del Viacrucis fue recordada por los actores y los feligreses en los recorridos que de manera independiente duraron más de una hora y conforme el contingente de cada uno de estos avanzaba por las calles, varias personas y menores salieron de sus casas para verlos pasar, sin evitar un gesto de dolor al ver a Jesús con su cruz a cuestas.

Los recorridos hechos por los feligreses de estos tres centros católicos fue de aproximadamente 1.5 kilómetros y conforme las estaciones pasaban, el fervor católico se hizo presente con el encuentro de María con su hijo, la ayuda del Cirineo, La Verónica enjuagando el rostros de Jesús,  y cuando a pesar del gran dolor, el Hijo de Dios consuela a las hijas de Jerusalén.

Tras recorrer la “Vía dolorosa”, Emmanuel Uc, José Caamal y Erick Ariel Heredia, quienes dieron vida a Jesús en cada uno de los Viacrucis, son despojados de sus ropas para ser clavados a la cruz y esperar su destino final, previa punzada de una lanza romana en sus costillas.

El martilleo de los clavos en las manos y pies de Jesús hace que en varios rostros de los presentes se derrame unas lágrimas mientras un silencio ensordecedor envuelve el final del Viacrucis, de la pasión y muerte de Jesucristo.

Al final, Jesús cumplió con su deber, la misión por la que vino al mundo, “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”, “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”, “Todo está consumado”.

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