Alejandro García/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- Septiembre es el “mes del testamento”, motivo por el que se brindan las máximas facilidades a la población, a fin de que regularice sus propiedades y su patrimonio. 

“Hace falta esta cultura, para que la gente evite situaciones incómodas a sus familiares”, indicó Carlos Alberto Bazán Castro, notario público. 

“Creo que es muy importante dar a conocer que se hace esta jornada, para ello, en los periódicos del estado aparece el listado de los notarios”, comentó.

Agregó que durante septiembre el gobierno dispensa de los pagos de derechos al estado, y los notarios están comprometidos a nivel nacional a cobrar una cuota reducida, que es de alrededor de los mil 500 pesos.

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El costo promedio de un testamento es de siete mil pesos, entre gastos de escrituración notarial y los derechos de inscripción. 

Por ello, exhortó a la población a que aproveche esta oportunidad y formalice su testamento para garantizar la voluntad del testante y la protección de los herederos, a fin de prevenir litigios o cualquier tipo de gravámenes o contradicciones entre familiares, parientes, conocidos u otra persona que se sienta con derecho sobre los bienes o el patrimonio.

Para realizar el testamento, no es necesario llevar las escrituras de tus propiedades, sólo debes acudir con un notario, llevar identificación oficial, manifestarle a qué persona o personas quieres que pasen todos tus bienes cuando fallezcas, y pagar los honorarios.

Existen tres tipos de testamentos: el abierto, cerrado y ológrafo. 

El abierto se realiza ante un notario, donde el testador expresa la última voluntad en cuanto a la forma que desea repartir sus bienes; con los datos y reseñas proporcionadas al notario, éste redactará el testamento acomodándolo a las formalidades legales.

Testamento cerrado

Respecto al  cerrado, explicó que es aquel que el testador formaliza de puño y letra, y del que da fe pública una autoridad reconocida de la comunidad (el presidente municipal, juez de paz, comisariado ejidal, etcétera), manteniendo su secrecía hasta la muerte del solicitante.  

Existe también el ológrafo, el cual exige que esté escrito en su totalidad de mano del testador y firmado por él mismo, incluyendo la fecha (día, mes y año) en el que se redacte. 

Debe ser escrito en papel y con bolígrafo (no con lápiz u otros útiles que puedan borrarse) con la letra y la firma habituales, sin tachaduras ni escritos entre renglones.