Yucateco dedica 50 años al turismo

Dijo que trabajará dos años más en el ramo turístico, para luego dedicarse a su nuevo hobby.

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Mario Pinto cuenta actualmente con 73 años. (Consuelo Javier/SIPSE)
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Lara Alfaro  /SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- Como un hombre de espíritu aventurero y libre se define Mario Pinto, yucateco de profundos ojos azules, que ha dedicado 50 años de su vida a la promoción del turismo mexicano

Con una sonrisa que parece imborrable, Mario sube la mirada para buscar en su mente los recuerdos, es allí cuando inicia su relato afirmando que su caso es especial, al ser uno de los pocos de su época que estudió por cuatro años para dedicarse a ser guía turístico

“Soy  egresado de la universidad del Estado de México en Toluca, la intensión original de la escuela era para que quienes nos graduáramos trabajáramos como agregados de turismo en embajadas y consulados del país, por ello profundicé mucho en la historia prehispánica, colonial, antropología, historia del arte y literatura, pero finalmente no me fui por lo diplomático”. 

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Su primer trabajo fue en hotelería en su tierra natal Mérida, con el tiempo viajó a la capital para ser guía, y luego, cuando tenía 26 años, decidió tomar sus maletas y pasar más de un año en Europa. 

“En ese viaje trabajé durante el verano Italia, Suiza y Ginebra, en estos sitios tuve la oportunidad de conocer lindos lugares y ver el turismo desde otro punto de vista, esto me ayudó en mi carrera para tener una visión más amplia en la atención”.

Al dominar cuatro idiomas, inglés, francés, italiano y español, se le han abierto muchas  puertas y en repetidas oportunidades tuvo que servir de intérprete en eventos importantes. 

Gran experiencia

“Recuerdo que en una  oportunidad llegaron al Distrito Federal jefes de turismo de todo el mudo, en la cena de bienvenida el gobernador estaba dando su discurso y pidieron que fuera traducido al francés, en ese momento solicitaron mis servicios de manera improvisada, fue una gran experiencia ser protagonista en una reunión tan importante”.

Otra de las experiencias que no se borra de su mente, fue durante el mundial de fútbol de 1970, cuando trabajaba como director de Servicios Turísticos para el gobierno del Estado de México, allí se encargó de atender a periodistas de todo el mundo. 

Luego de una intensa jornada de trabajo en Acapulco y al darse cuenta que después  de siete años estaba en un sitio que no le llenaba espiritualmente, se fue a Barbados junto a quien fue su esposa y una hija, pero al poco tiempo retornó sólo a su tierra.   

Al llegar, dice con entusiasmo, le ofrecieron un trabajo en Cancún, no lo dudó y pisó el Estado en 1980, para comenzar una nueva etapa en su vida. 

Tulum y Chichén Itzá

“En ese momento el turismo era 99% estadounidense, muy elitesco y las zonas de más visitas eran Tulum y Chichén Itzá, el trabajo se complicaba porque sólo había una línea telefónica y los lugares para la compra de productos eran pocos, los pioneros tuvimos que laborar con las uñas”. 

Con los años todo fue mejorando con la entrada de extranjeros francocanadienses, para después dar paso a una gran diversificación de visitantes nacionales e internacionales, lo que hizo que Cancún terminara de despegar.  

Actualmente, a sus 73 años, sigue como guía de circuitos, pero ve con preocupación el limitado conocimiento y la falta de pasión de las nuevas generaciones sobre este fascinante mundo, que cada vez atrae a más personas de todas las nacionalidades al Estado.     

“Esta es una profesión que requiere de dedicación y siempre estar actualizado, no sólo es aprenderse la historia de un lugar determinado, es  poner a pensar a los turistas, confrontarlos con sus creencias y enseñarles algo que vaya más allá de lo que ven”. 

Con tres hijos, amante de la guitarra, de las reuniones entre amigos y de un buen vino, afirma que no  cambiaría su carrera por nada y entre sus metas está trabajar dos años más en el turismo para luego dedicarse a su nuevo hobby, la física cuántica. 

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