A temblar: para Gatell, Ómicron no es nada

Dada su notable ignorancia y estulticia, es improbable que Hugo López-Gatell, titular de facto...

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Dada su notable ignorancia y estulticia, es improbable que Hugo López-Gatell, titular de facto de la Secretaría de Salud de México, sepa que Ómicron es la decimoquinta letra del alfabeto griego clásico y con trabajo tal vez sabe que es una variante que ha despertado mucha preocupación entre los científicos y funcionarios de salud del mundo entero (menos México), pero de lo que sí estamos seguros es de que no tiene ni la más remota idea de cómo declarar ante la población mexicana a través de la televisión, que por desgracia es prácticamente la única manera que tiene de “informarse” y “aprender”: la vez anterior que se volvió portavoz para un problema sanitario, el resultado fue catastrófico, y resultó en cientos de miles de enfermos innecesarios y en muchísimas muertes.

Y qué cabía esperar: si recordamos los albores de la entonces ya plenamente declarada y reconocida pandemia de Covid-19, el presidente Andrés Manuel López Obrador, desde algún modesto rancho del sureste de México, en una comida campirana recomendaba a la población no hacer caso del distanciamiento sanitario y, en vez de eso, abrazarse y besarse, siempre ha desdeñado el uso de cubre boca y no ha dejado de deslizar en sus hueras opiniones que el SARS-CoV-2 es algo así como un mito inventados por los conservadores y neoliberales.

Solo cuando le fue a rendir pleitesía –para evitar palabras bastas– al presidente de Estados Unido, Joe Biden y al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau –se trataba en realidad de la velada intención de solicitar millones de dólares que se gastó en sus fallidos programas sociales y en sus megaobras de infraestructura emblemáticas, de las cuales son el Tren Maya, la refinería petrolera de Dos Bocas y el desde ahora fallido aeropuerto Felipe Ángeles, del cual las aerolíneas, salvo un par de “guajoloteras” locales, no quieren saber nada–, para volver con más o menos velados jalones de oreja por la reforma eléctrica y la centralización “a la URSS” de todos los institutos y órganos autónomos–, bien portadito, greña engominada y zapatos lustrados. López ha usado cubre boca.

Volvemos al escenario de hace un par de años, cuando todo el mundo se preparaba, incluso sin alerta, para el embate del Covid-19: López, López-Gatell y sus cuates de la llamada cuarta transformación mandan a la población el mensaje de “aquí no pasa nada”, implícita o explícitamente aseguraban hasta ayer que un virus originado en Sudáfrica no podía a llegar a México –como si se transportara caminando y nadando–, incluso después de saberse de dos contagios en Canadá y decenas en muchos otros países europeos y asiáticos.

La Organización Mundial de la Salud insiste en que no hay alarma, pero países de altos niveles científico tecnológico ya están tomando muy en serio la amenaza. Canadá, nación con la que México tiene intensos intercambios comerciales y, sobre todo, laborales –por los trabajadores agrícolas que allá trabajan merced a programas muy generosos del norteño país–, seguramente emitirá migrantes enfermos, mas así sea de esa manera o pasando por Estados Unidos, es inevitable que la variante del virus del siglo llegue a México.

No con alarma aún, pero sí con alerta, Estados Unidos ya considera ineludible que la variante Ómicron del Covid-19 llegue a ese país. Reproducimos la cita de Milenio: “El asesor en jefe del gobierno estadounidense para cuestiones médicas, Anthony Fauci, consideró este domingo que es “inevitable” que la nueva variante del Covid-19 Ómicron (sic) llegue a Estados Unidos y pidió estar preparados para cuando esto ocurra.

“Todos sabemos que cuando tienes un virus que ya ha llegado a muchos países inevitablemente vendrá aquí. La pregunta es si estaremos preparados para cuando esto ocurra”.

Increíble: tal como sucedió hace un par de años, López-Gatell ni siquiera ha advertido a la población que el virus, del cual se estudian todavía tanto la letalidad como su resistencia a las vacunas, que debe mantener las medidas sanitarias, hoy muy relajadas, cuando por cierto el Covid-19 original sigue causando estragos en el mundo. Evitamos en este espacio ser catastrofistas, pero esta actitud más política que científico-sanitaria ha resultado mortífera y, ante el nuevo panorama, es francamente criminal.

El presidente López, de manera casi tan irresponsable como la de su fiel Florín en la Secretaría de Salud, dijo que estamos listos para el cierre de fronteras (cómo, cuándo, dónde… no dijo, but of course!), pero que el cierre de actividades no se volverá a llevar a cabo.

¿Cómo sabe qué es lo que pasará? La irresponsabilidad criminal de nuestros gobiernos –Quintana Roo fue una de las pocas excepciones– enlutó a muchas más familias de las que debieron perder miembros por la enfermedad.

Apenas ayer López-Gatell dijo, después de su asnada inicial, que demos por hecho que la variante Ómicron del virus llegará a México. No le quedó otra, mas no se tomó la molestia de decirnos las medidas que va a tomar el gobierno ni lo que debe hacer la población.

Se repite la historia.

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