Educación artística

Triste es que la escuela en todos los niveles sea un poderoso disolvente de las artes.

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Sería maravilloso decir que en México tenemos una formación artística en proyectos educativos y formativos para todos los niños y adolescentes. Desgraciadamente, esto no ha sido incluido en las llamadas “ciencias duras” ni las humanidades, las que, a su vez, han excluido a las artes en las etapas tempranas del cuidado educativo. Simplemente, en las últimas décadas, las instancias responsables de crear proyectos y planes en la educación de todos los niveles han minimizado, por no decir desaparecido, cualquier deferencia por despertar las capacidades y talentos artísticos en estos seres que ingresan a las escuelas del país. En ámbito familiar es donde se manifiestan las capacidades creativas relacionadas con las artes, y son los parientes cercanos quienes alientan o se muestran indiferentes ante cualquier acto artístico de los niños o adolescentes. Solo unos padres y familiares atentos y sensibles pueden activar los potenciales de los pequeños artistas. Pero la represión o indiferencia, crea una atmósfera tóxica que sofoca con frustración e inseguridad. Si aquí no se encontró el más leve impulso para que una disciplina artística emerja, todo lo que queda es que surja (tal vez a contracorriente) la fuerza interna necesaria para empezar de manera natural, a iniciar los impulsos que permiten el ingreso al camino de las artes. Triste es que la escuela en todos los niveles, sea un poderoso disolvente de las artes. En México, han desaparecido casi en su totalidad las oportunidades en niños y adolescentes, para recibir de sus profesores la más mínima orientación ante cualquier hecho creativo. Los profesores ignoran que existen las artes y su asociación inmediata es con el mundo del espectáculo y entretenimiento y esto no es lo mismo. ¿Cuántas canchas deportivas y cuántos auditorios existen en las escuelas? La diferencia es abismal teniendo como resultado una casi nula educación artística y un mediocre espíritu deportivo, ya que tampoco se le inyecta lo necesario, aunque tenga el deporte más apoyos indudablemente. ¿Qué necesitamos para cambiar esto? Voluntad, una voluntad férrea y ganas de dar a nuestra niñez y juventud, otro México. Y me desespera no saber cómo vender esta necesidad. Hasta la próxima semana.

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