A 11 años de un salvaje asesinato (I)
El hecho ocurrió en un cibercafé del norte de la ciudad, hecho que impactó a la sociedad yucateca por el sadismo con que se cometió por parte del criminal.
Hace unos días se cumplieron 11 años de un salvaje asesinato ocurrido en un cibercafé del norte de la ciudad, hecho que impactó a la sociedad yucateca por el sadismo con que se cometió por parte del criminal, un joven de 19 años, que mató a sangre fría a una chica de 21 años.
Este sonado homicidio ocurrió el 29 de diciembre de 2004 en un local de Interplaza, ubicado en la calle 21 con 10 de la colonia México. El encargado del “Cibercactivo”, José Martín Ruiz Díaz, aprovechó que en el sitio sólo se encontraban él y la joven Mabel Vázquez Gutiérrez para atacar a la muchacha, una bella y buena estudiante y destacada exponente de la danza clásica, originaria del Distrito Federal, que había venido a pasar sus vacaciones navideñas en Mérida, ya que su familia era de esta ciudad.
El sospechoso fue detenido en la calle 69 entre 68 y 70, frente al ADO, cuando se disponía a escapar a Tabasco. Fue identificado gracias a una fotografía que tenían los agentes de la entonces Secretaría de Protección y Vialidad (SPV), porque estaba fichado en la base de datos, ya que en 2003 fue detenido por asaltar a un transeúnte.
Ese funesto día, Mabel le dijo a su madre, ambas alojadas en casa de unos parientes yucatecos, que iría a un cibercafé para enviar a sus amigas del Distrito Federal unas fotografías que había tomado con su celular. Fue la misma madre la que la llevó alrededor de las 8:30 de la noche a ese lugar, donde perdería la vida.
La mamá de Mabel, Virginia Gutiérrez Villanueva, alarmada porque ya pasaba la medianoche y la joven no regresaba, acudió a ese cibercafé, pero lo encontró cerrado.
A la mañana siguiente volvió temprano al lugar a preguntar por su hija, pero el intendente, Pedro Xool Cuxim, le dijo que no sabía nada. En ese momento arribó el asesino, Ruiz Díaz, y, al ser cuestionado, evadió las preguntas.
El crimen se resolvió gracias a que la dueña del cíber, Silvia Rosado Pacheco, había llegado temprano al local y sorprendió al asesino limpiando el piso de algo que parecía sangre. El sujeto le dijo a la propietaria que se había cortado. Pero como era bastante grande la mancha, la mujer sospechó y luego vio unas bolsas afuera, las revisó y encontró ropa de mujer con manchas hemáticas, unas pinturas y maquillaje. Entonces, cuando llegó la madre preguntando por su hija, hiló los hechos y dio aviso a la Policía. (Continuará).