1994, principio del fin de un régimen
Respecto a la rebelión del EZLN, Manuel Camacho se adjudica la autoría de la salida política del régimen frente a la inclinación del ex presidente Salinas por la salida militar.
Los recuentos vienen y van; sin duda, 1994 marca la historia de México de manera trágica. Cuando la élite del país conmemoraba el inicio del Tratado de Libre Comercio de América del Norte se conoce del fracaso de un régimen: millones de indígenas en el abandono y la paz social deja de ser referente de un sistema político difícilmente avenido a los estándares existentes de democracia; la pretensión de modernidad se confronta con atraso político, desigualdad y marginalidad de amplios sectores de la población.
Un desencuentro de los anhelos de los pocos en la cúspide con la realidad de las masas. El levantamiento zapatista al menos puso al descubierto una afrenta social hasta hoy día por superar.
Respecto a la rebelión del EZLN, Manuel Camacho se adjudica la autoría de la salida política del régimen frente a la inclinación del presidente Salinas por la salida militar. Dos viejos amigos fatalmente separados por la candidatura presidencial a favor de Colosio.
Seguramente el ex presidente tiene mucho por decir y aclarar; la salida política a la que alude Camacho complicó enormemente la campaña de Colosio; la atención mediática se centraba en el conflicto y el negociador que impuso como condición quedar habilitado como candidato presidencial supo sacar provecho, a la vez que Colosio padecía la confusión.
La sospecha sobre una inminente sustitución de candidato corrió hasta que Luis Donaldo decidió adelantar su registro ante el IFE en los primeros días del término para ello y días después pronunciar un mensaje de autocrítica y autonomía. Que su asesinato haya ocurrido semanas después, propició sospechas enraizadas hasta hoy día. Una ficha libre llega a la candidatura, el doctor Zedillo, sin complicidades ni ataduras, lo demás fue consecuencia.
La elección transitó con dificultades bajo el espectro del levantamiento zapatista y del magnicidio de Colosio. A semanas de los comicios el doctor Carpizo, secretario de Gobernación y, por lo mismo, presidente del IFE presenta su renuncia para así concitar más apoyo de todos los actores políticos. Lo obtiene.
Bajo la oferta de “Vota por la paz”, el candidato del PRI obtiene los números más elevados de toda su historia en comicios presidenciales en los que se inauguraba el IFE. Diego Fernández de Cevallos reconoce derrota con oportunidad y sin reservas.
En septiembre, José Francisco Ruiz Massieu, diputado electo y la figura más importante del PRI después del también electo presidente Zedillo, muere asesinado en la Ciudad de México después de un evento con sus pares legisladores. Nuevamente, la sospecha sobre la motivación política del crimen era insoslayable.
El subprocurador encargado por el presidente Salinas de las indagatorias, Mario Ruiz Massieu, hermano de la víctima, fue quien señaló a los dirigentes del PRI como autores intelectuales; hecho falso pero de devastadoras consecuencias para el régimen. El presidente Zedillo llamó al líder de la oposición, Fernández de Cevallos, a hacerse cargo de la PGR. Ahora, casi dos décadas después, cuando la reforma de la PGR o la Fiscalía Nacional le ha otorgado autonomía como exigencia del PAN, cabe recordar que uno de sus más desastrosos desempeños ocurrió en los primeros años del gobierno de Zedillo y los últimos de Felipe Calderón.
Una consecuencia positiva de lo acontecido en el tema de la justicia se refiere a la determinación del presidente Zedillo de proceder a una reforma profunda y trascendental de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al dotarla de autonomía plena, cambio orgánico que representa un antes y un después para el tribunal más elevado de la nación, reforma que inició vigencia los primeros días del mes de 1995, a unas semanas de la toma de posesión del nuevo gobierno.
Sin embargo, no será la política o la justicia el tema crítico del nuevo gobierno, sino la economía. En la tercera semana de diciembre estalla la crisis financiera más grave que haya padecido el país con consecuencias desastrosas para la economía nacional y con impacto severo en la mundial.
La crisis reveló las fragilidades institucionales, particularmente, el control y manipulación gubernamental del tipo de cambio y la falta de un sistema de control y auditoría del sector financiero privado. También en eso ha habido un cambio importante; ya son casi 20 años de estabilidad macroeconómica, aunque con cifras erráticas de crecimiento, muy bajas durante los últimos 12 años.
A dos décadas de 1994 revisitarlo muestra el fin de una época. Recientemente Enrique Krauze ha referido los avances que ha habido en la región latinoamericana, particularmente en México y en Perú respecto a ese pasado.
Efectivamente, las circunstancias invitan más hacia el optimismo que al pesimismo; el encuentro con el año más trágico de la historia reciente de México obliga a asumir sin complejos ni complacencia una realidad difícil, plena de desafíos y oportunidades, retos de esta generación.