20 mil millones no pueden estar equivocados
La democracia nacional está habituada a un estilo de vida pequeño burgués de señora de Las Lomas.
Lo barato puede salirte caro, decían las abuelas mientras regateaban al marchante el precio del huachinango en el mercado sobre ruedas. Y sí. Por eso el Instituto Nacional Electoral, que se parece tanto al IFE que no puede engañarnos, dice requerir alrededor de 20 mil millones de pesos para gastos de representación, organización electoral, cotorreos varios y sostenimiento de campañas. Por supuesto, los mismos que se molestan por los miles de litros gastados en el Iced Bucket Challenge y la exigencia de la hermana república bananera de San Lázaro de un presupuesto 8 mil millones para pasársela bomba, ya la están haciendo de jamón nomás por envidia.
O sea, en vez de celebrar que, por ejemplo, nuestros senadores prefieren viajar en primera clase en vez de convivir con la perrada (son capaces de reclamarle cualquier ociosidad, incluso que el gobierno de Sonora se haya hecho pato con lo del ecocidio de los mineros Grupo México, pues al señor Larrea la reforma energética le pela los dientes), pues así le dan dignidad a la curul, quieren que los traten cual niños migrantes no acompañados. No se vale. En todo caso que los senadores armen un fideicomiso para financiar a los grupos más vulnerables como los blanquiazules organizadores de orgifiestas, los políticos caídos por selfies con La Tuta, los oportunistas de la consultitis agudas.
Digo, la democracia nacional está habituada a un estilo de vida pequeño burgués de señora de Las Lomas, ni modo que ahora se le aplique el salario mínimo, la austeridad republicana y el derroche de charro sindical. Ni modo que después de una vida de excesos de pachá, al INE le diera por ser un traidor de clase como al PAN que ahora, en una especie de arrebatado marxismo de clóset a través de sus remordimientos por el nanosalario mínimo, ahora quiere “avanzar hacia un sistema económico más equitativo”. Ni Los Chuchos lo hubieran dicho.
Como sea, si el INE le va a ser cuentachiles, será en todo caso como #LadyChiles, la veracruzana que mientras regañaba a la chica del trabajo doméstico peor que si fuera yijaidista europea solo por llevarse dos chiles en nogada, grababa el numerazo porfirista de película del Indio Fernández para subirlo al Facebook y dar una lección moral.
Veinte mil millones no pueden estar equivocados.
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