2014: el deterioro

Dos crisis que persiguieron al gobierno y estallaron hacia el final del año con Tlatlaya, Iguala, dólar a 15, petróleo por los suelos y crecimiento peor en los primeros dos años que en el ya mediocre promedio de los últimos veinte.

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No digo nada nuevo si digo que ha sido un año malo. Bastante malo para el país y su futuro.

El gobierno había cerrado 2013 a tambor batiente con la aprobación de la última —y más profunda y significativa— reforma constitucional: la energética. Sería 2014 el año para bordar fino en las leyes secundarias, pero hasta el Presidente dijo que había condiciones para empezar a ver crecimiento.

Este 2014 arrancó, sin embargo, con dos mensajes claros: la crisis deautodefensas en Michoacán y un parón muy serio en el consumo y la inversión que detuvo a la economía.

Seguridad y economía. Dos crisis que persiguieron al gobierno y estallaron hacia el final del año con Tlatlaya, Iguala, dólar a 15, petróleo por los suelos y crecimiento peor en los primeros dos años que en el ya mediocre promedio de los últimos veinte. Las casas Higa han sido la puntilla que nos entrega, para amanecer en 2015, una Presidencia debilitada, golpeada, con poca credibilidad. Eso no puede ser bueno para nadie.

Si el gobierno acaba muy mal, los de enfrente no están mejor. El PAN tuvo una elección interna que reveló lo extendido de su cinismo cuando el ganador renunció unas semanas después para buscar otro hueso. En medio de videos con bailarinas a sueldo y moches, seguramente Acción Nacional se engañará en junio de 2015 con un resultado electoral mediano, pero aceptable —a falta de competencia— y seguirán en el camino que en poco tiempo los hará indistinguibles de los verdes. Sí, esos.

En la izquierda, el empeño de los Chuchos de quedarse con todo, todo, todo el partido, logró la salida de su fundador, las amenazas de otros y el desprestigio por no poder —a la fecha— explicar cómo es que el señor Abarca fue su candidato en Iguala. El ganador de las elecciones de junio será seguramente Morena de López Obrador con un discurso viejo, viejo, viejo… Al mismo tiempo, dos figuras un poco —no demasiado— más modernas de la izquierda: Miguel Ángel Mancera y Marcelo Ebrard se están y seguirán dando con todo hasta que los dos queden inválidos.

Las décadas de corrupción, inutilidad e impunidad se acumulan.

Así que ante tal panorama de la vida pública más vale que en estos días nos reunamos con los nuestros, nos abracemos y besemos mucho. Bebamos y bailemos y riamos y comamos y leamos y durmamos. Y volvamos a abrazarnos. Que al final es lo único que importa.

Nos leemos en 2015.

 

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