'7:19, la hora del temblor', simplemente devastadora…

Con solo dos actores a cuadro, la película consigue introducir un argumento lleno de arrepentimientos y lamentos...

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Moría de ganas por ver el resultado en pantalla de la visión que Jorge Michel Grau presentaría sobre el sismo suscitado en nuestro país el 19 de septiembre de 1985 llamado “7:19, la hora del temblor”; primero por el nivel de crudeza con el que el cineasta egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) está acostumbrado a narrar los hechos –característica distintiva de su filmografía- y posteriormente por el sentido práctico, aunque con una notoria austeridad financiera que no afecta ni en el más mínimo detalle al resultado en pantalla.

Y es que el también director de “Somos lo que hay” –cinta sobre caníbales en plena Ciudad de México-, nos envuelve en un relato que desde el principio lleva consigo recuerdos tajantes de aquel traumante momento y los deja frescos para mezclarlos con una dosis letal de claustrofobia, lo cual da como resultado un largometraje crudo en extremo y por ende completamente apegado a aquella desgarradora realidad.

Tomando como hilo conductor a un funcionario corrupto y al propio velador de la dependencia, el largometraje transcurre de una manera intempestiva comenzando en la cotidiana mañana del 19 de septiembre unos instantes antes del movimiento telúrico y concluyendo en los escombros de la catástrofe natural.

El filme comienza con un plano hasta cierto punto festivo, mostrando la convivencia coloquial entre el velador del edificio y diversos trabajadores, pero en un respiro la cinta explota y nos pone al filo de la butaca, sin permitirnos ni un minuto de relajación, cubriendo el ambiente con un manto de nerviosismo y claustrofobia.

Con solo dos actores a cuadro (DemiánBichir y Héctor Bonilla), “7:19, la hora del temblor”consigue introducir un argumento lleno de arrepentimientos y lamentos, enfocándose además en la crítica económica y social que a pesar de sus breves destellos, se queda muy grabada en el espectador. Después de los pasivos minutos iniciales, el filme rompe y nos pone frente a los dos sobrevivientes, cual psicólogo en frente al diván.

Las certeras reflexiones que ambos personajes esgrimen, sirven para ir metiendo al público en un estado de sentimentalismo nulo, que solo dura unos minutos, pues con cada pequeño detalle que ahí ocurre (bajo los escombros) comenzará a cambiar su postura sobre lo que está sucediendo.

Una película sumamente recomendable, aunque le anticipo que pasará un rato muy incómodo en la sala, lo cual es un logro espectacular para el director egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica, Jorge Michel Grau.

Sólo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias escríbame al correo electrónico [email protected] o regístrese en www.facebook.com/CinematografoCeroCuatro/ donde encontrará información de estrenos y cintas clásicas mexicanas.

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