A cada quien por su nombre...

Urgen definiciones claras y objetivas para que la población conozca las consecuencias y acciones legales por ejercer contra personas despreciables, corruptas o degeneradas.

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Existen disfuncionalidad y problemas en la comunicación por la forma en que se hace percibir a la sociedad acciones que la afrentan y agreden. 

Cualquier persona que molesta sexualmente a un infante es un ser despreciable, por encima de todo, un delincuente. 

Si resulta religioso, sólo  infringe la ley eclesiástica y puede bastar un cambio de ubicación para ponerlo a buen resguardo. 

Los individuos que hacen transas y negocios deshonestos en el sector público son unos bandidos. Si resultan ser funcionarios sometidos al escrutinio popular para pedirles cuentas, se habla de cacería de brujas. 

Aquel sujeto violento que comete agravios contra la sociedad es un miserable. Si en un evento le rompen la cara y por mala suerte pierde la vida pero se da a conocer su homosexualidad, se clama entonces a viva voz un crimen homofóbico, producto de la discriminación sexual y será apoyado por la multitud de asociaciones que hay en su defensa. 

Si un grupo de jóvenes abusa de otros menores o con discapacidad, son una punta de cobardes. Si son estudiantes de escuela simplemente cometen bullyng.

Urgen definiciones claras y objetivas para que la población conozca las consecuencias y acciones legales por ejercer contra personas despreciables, corruptas o degeneradas. 

De esa manera llamaremos por su nombre al predador criminal, sin importar que sea ministro de una iglesia, afiliado a un partido político, parte del gabinete del gobierno, legislador, de las fuerzas armadas, policiacas o de  preferencia sexual distinta y establecer con claridad si en dado momento son protegidos por estas organizaciones. 

No se trata de anticipar ni hacer culpables de sospechosos, pero tampoco de consentir que escudadas en su fuerza dichas instancias se deslinden o protejan de manera incorrecta a presuntos infractores.

Haber ido a un seminario, terminar los estudios universitarios, la escuela militar y obtener un grado no hace a nadie mejor por encima de los demás. Refiere a derechos y obligaciones diferentes, pero de ningún modo le permite imponer su razón sobre otros.

Representantes de cultos, milicia, partidos políticos y asociaciones civiles sabemos quiénes son y de dónde vienen. Por sus actos se dan a conocer. 

Aunque les pese no les debemos ningún respeto que no sea el recíproco a su actitud para con la comunidad. 

¡Vaya biem!

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