A la hora de la verdad, la izquierda sirvió para maldita la cosa

Sonrojaba un poco escuchar ayer los estertores de los líderes parlamentarios del PRD ante la inminente aprobación de las leyes reglamentarias de la reforma energética.

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Sonrojaba un poco escuchar ayer los estertores de los líderes parlamentarios del PRD ante la inminente aprobación de las leyes reglamentarias de la reforma energética que, de no suceder algo extraordinario, ocurrirá en los próximos días.

El coordinador de los senadores, Miguel Barbosa, por ejemplo, clamaba en el tiempo extra por la unidad de la izquierda, “porque para detener este atraco, cualquier diferencia es menor”. 

In extremis, el de los diputados, Silvano Aureoles, proponía más semanas para seguir discutiendo, “para evitar que los votos callen los argumentos”.

Es increíble. Nadie en la izquierda perredista hizo un trabajo político serio para reducir disparidades y presentarse unidos en lo que llaman la defensa del petróleo y la soberanía. Y tiempo tuvieron de sobra para limar las leyes, conseguir cambios parciales, vetar capítulos. Pero en este tema prefirieron convencerse a sí mismos que ganar voluntades.

Por no hablar de Andrés Manuel López Obrador y Morena, incapaces de desplegar un discurso que fuera más allá de los mexicanos seremos esclavos en nuestra tierra. Incapaces de presionar, de obtener algo concreto para “los mexicanos”. No dejan en este periodo un texto, un ensayo, un lema, una emoción.

Para efectos prácticos, Cuauhtémoc Cárdenas no pesó. Su no iracundo del verano pasado, cuando se conoció la iniciativa de reforma del presidente Peña Nieto, jamás se acompasó con mensajes o acciones eficaces. ¿Para qué tanta experiencia, prestigio, si no es para estos momentos?

Contaron con tiempos, espacios, recursos. Sirvieron para maldita la cosa. 

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