A propósito del Gran Gatsby

La película a pesar del despliegue visual resulta tediosa, pues abusa del barroquismo en su fotografía.

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Fitzgerald nunca pasa de moda. Así lo demuestra la más reciente adaptación cinematográfica de su obra más célebre, “El gran Gatsby”, publicada en 1925 y que ya tiene 5 versiones en la gran pantalla. La más reciente es de este año y fue dirigida por Baz Luhrmann, quien anteriormente dirigió “Romeo y Julieta” y la multipremiada Moulin Rouge.

El filme repite la fórmula de este director, ya que al igual que en Moulin Rouge utiliza a un narrador-protagonista para contar los hechos, en este caso, el personaje Nick Carraway (interpretado por Tobey Maguire), reiterando el recurso de mostrarlo escribiendo la historia para dar paso a un flashback donde se nos muestra lo que relata.

La película a pesar del despliegue visual resulta tediosa, pues abusa del barroquismo en su fotografía y de efectos digitales para intentar transportarnos a los vertiginosos años 20, donde se ubica la trama, entre Nueva York y Long Island. Sin embargo, no logra remitirnos al contexto de la época, pues al filmar esta película en 3D, nos deja con una sensación plástica y falsa de lo que estamos viendo.

Musicalmente hablando, lo que en Moulin Rouge resulta un acierto (utilizando canciones pop adaptadas al estilo musical de finales del siglo XIX) en esta ocasión fracasa estrepitosamente, pues el uso de hip hop (Jay Z) y ritmos urbanos con sampleos de jazz no nos remite a la temporalidad referida, lo cual ni la “Rapsodia en azul” de Gershwin logra rescatar, a pesar de que en una de las escenas de las fastuosas fiestas de Gatsby podemos ver en el fondo a un personaje que hace alusión al famoso cantante Cab Calloway.

El brillo y oropel, la superficialidad de la fotografía nos distrae del hilo conductor de la historia, que habla de la decadencia de la época y de la sociedad de los nuevos ricos y antiguas familias pudientes que no se detienen a la hora de lograr sus frívolos deseos, sin importar quién sale lastimado en el proceso.

Poco a poco el espectador va adentrándose en la historia de la obsesión amorosa de Gatsby (Leonardo DiCaprio) por Daisy Buchanan (Carey Mulligan), sin embargo no logra levantar, en parte debido a la edición demasiado larga (142 min). En resumen, esta mediocre adaptación no supera a su antecesora (1974), si bien la actuación de DiCaprio es satisfactoria y el filme se sostiene únicamente en las finísimas líneas de la obra de Fitzgerald.

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