A quitarse el saco
Carlos Puig relativiza el desacierto de Donald Trump como un ardid publicitario, llamando folclórico boquiflojo a este lengualarga.
Para el magnate norteamericano Donald Trump, flamante candidato presidencial, los mexicanos que llegan del sur son “adictos, narcotraficantes, violadores y asesinos” y promete construir en la frontera un muro de 2,000 kilómetros ¡que pagaríamos los mismos mexicanos! Viéndole el lado bueno, obstaculizaría otra invasión para arrebatarnos territorio y generaría empleos, pues el despropósito tendría que hacerse con mano de obra mayoritariamente mexicana.
Carlos Puig, en Milenio, relativiza el desacierto como un ardid publicitario, llamando folclórico boquiflojo a este lengualarga.
Pero la jalisquilla Ximena Navarrete, ganadora de Miss Universo, una de las empresas de Trump, dice que “las declaraciones… no me las tomo como personales ni me afectan… Que se ponga el saco quien le quede”, expresión que lamentamos sobre todo porque nos hace perder la vana esperanza de que, en un improbable encuentro en la Unión Americana, la ex más bella del mundo nos viole, cosa que le costaría poco trabajo y, con buenos modales, nada de violencia.
Artículos y personalidades, algunas casadas con mexicanos, exhiben al clown, cuya incongruencia no es tan inocente y, sí, mezquina hasta la ruindad. Por ejemplo, en 2006 el magnate lanzó campaña de ventas de lujosos departamentos en Tijuana, con precios millonarios: “Estoy muy orgulloso… de que cuando desarrollo, tengo inversionistas que me apoyan…Invierten en mí… en lo que construyo…”.
Fue un fracaso del que sólo quedó un inmenso hoyo para los cimientos y más de un centenar de defraudados con los que Trump pintó su raya diciendo “que no había hecho ninguna inversión, sólo había rentado su nombre para vender” y que no había dinero para devolver los 32 millones de dólares de los anticipos. Bonita manera de hacer “money” que, supongo, nos ahorró a los mexicanos que nos llamara, también, “estafadores”.
En un llamativo artículo, Siete argumentos para cerrar la boca a Donald Trump, El País menciona, entre otras cosas, los 153,000 millones de dólares invertidos en México entre 1999 y 2012 y las inversiones de Bill Gates, Ford y Walmart por 2,250, 2,100 y 1,340 millones (“Frente a estos gigantes, el imperio de Trump es de teletienda”); México envía el 80% de sus exportaciones y es el segundo socio comercial de Estados Unidos, el primer destino de las exportaciones de California, Arizona y Texas y el segundo para otros 20 estados; seis millones de empleos dependen de este comercio y un millón de dólares se comercia cada minuto.
Allí radica el 97.8% de los 12 millones de mexicanos que viven en el extranjero y en 2012 la población de origen mexicano representaba ya 34 millones, el 11% de la población, que crece en cultura y preparación; 53 millones, la segunda comunidad de hispanohablantes más grande del mundo después de México, hacen del español la segunda lengua, parte esencial de la cultura norteamericana. Finalmente, por la inmensa frontera cruzan diariamente un millón de personas y 300 mil vehículos. Y hay más, mucho más.