A simplificar se ha dicho

Así quedaría algún fragmento de sus Cien años de soledad: La jente desde luejo desentero sus ultimos pedasitos –o pedazitos-, de oro para disfrutar de un buelo fujaz...

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Con afecto para mi amigo José Cerón, cuya muy bien redactada (con respeto a las normas) defensa de Gabo sigue alimentando la siempre bienvenida polémica.

Vamos a admitir las propuestas de don Gabriel García Márquez (para sus detractores, entre los cuales, amigo José, no me incluyo, nomás que no comulgo ni con su discurso de Zacatecas ni con sus tardías justificaciones) y firmamos tratados de límites entre la G y la J y entre la C, con sonido fuerte, y la K y la Q y la C, con sonido suave,  y la S y la Z.

Y nos seguimos con los acentos y las comas –los puntos y los puntos y comas-, “terrores” todos de la escuela, y le damos cuello a la H, que de rupestre no tiene nada, y quitamos la norma que prescribe que se escriba con un dígrafo el sonido fuerte de la R cuando está entre vocales.

Así quedaría algún fragmento de sus Cien años de soledad: La jente desde luejo desentero sus ultimos pedasitos –o pedazitos-,  de oro para disfrutar de un buelo fujaz –o fujas- sobre las cacas (casas, sonido suave) de la aldea amparados por la delisioza impunidad del desorden kolektibo.

No soy gramático, menos dogmático, pero, si de simplificaciones se trata, podemos mandar al Caribe lo que los siglos han forjado y viva la paz. Luego no nos quejemos de que haya jóvenes con una estructura mental fofa, porque nuestra será la culpa al faciltarles todo.

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