A un beso de distancia
Me quedé en silencio otra vez, me quedé atrapada en la vida, a un beso de distancia, entre la muerte y el amor verdadero.
Me enredé entre las sábanas, perturbada por el silencio del viento, por el llanto de la noche y con las esquinas llenas de momentos, inolvidables, como dicen. Me quedé a dos latidos, entre el drama y la comedia, que al final son uno mismo, porque al final c’est la vie, como se dice.
Me quedé en silencio otra vez, me quedé atrapada en la vida, a un beso de distancia, entre la muerte y el amor verdadero, con el aroma de su café por la mañana y su sonrisa alejándose con el viento. Me quedé un momento, con él enredado entre mi vida, conmigo enredada entre su vida, pero con el tiempo paralizado y el presente en pasado perfecto.
Me quedé en silencio otra vez, suspendida, disfrazando el drama de ironía, disfrazando el drama con poesía, disfrazando la tristeza con sonrisas, fracturándome el alma a placer y firmando pactos con el diablo o con cualquier otro demonio, prometiéndoles un trozo de mí hasta quedarme, sin darme cuenta, con la mirada vacía y sin nada más que ofrecer. Me quedé en silencio otra vez.
Y así en silencio, cobijada en un abrazo invisible, le doy un beso a la noche y distraigo al dolor pronunciando su nombre, gritando su nombre, susurrando su nombre, esperando poder dormir y encontrarle, o al fin dormir y despertarme, pero con el aroma de su café.