Adiós a nuestro querido Cronista

El profesor Herrera fue director de la escuela socialista Belisario Domínguez en nuestra capital, columnista de la nostalgia y líder de periodistas, pero ante todo un ser humano con el corazón a flor de piel.

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Chetumal ha perdido a uno de sus enamorados más intensos. Se ha ido el profesor Ignacio Herrera Muñoz, nuestro Cronista Vitalicio y periodista de la añoranza que llevó a nuestra capital en sus venas. Conversar con este personaje fue un obsequio del destino porque fue un hombre muy generoso que no se cansó de obsequiar sus conocimientos y anécdotas tan reveladoras y emotivas.

El profesor Herrera fue director de la escuela socialista Belisario Domínguez en nuestra capital, columnista de la nostalgia y líder de periodistas, pero ante todo un ser humano con el corazón a flor de piel.

Lamentablemente la pasión de nuestro Cronista no fue respaldada por el Ayuntamiento capitalino y por el gobierno del estado que escatimaron recursos para el funcionamiento de la Casa de la Crónica, donde el profesor Nacho concentró fotografías de nuestro Chetumal en su etapa de Territorio y en su etapa de bebé.

La Casa se ubica en el parque de los Caimanes, a unos pasos de la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús. La escala es obligada en este espacio siempre abierto a los curiosos y turistas que pueden sorprenderse con las fotografías, muchas de ellas en blanco y negro.

El paciente trabajo del profesor debe tener continuidad, porque el Cronista nos recuerda todas las etapas del desarrollo de una ciudad, recorriendo con su memoria cada calle y recuperando cada personaje, bueno o malvado.

El Ayuntamiento capitalino y alguna institución cultural tienen que coordinarse para conservar esta propuesta, por la memoria del profesor y por nuestro propio bien. Espero que el burocratismo no eche a perder la iniciativa del profesor.

Recupero con mucha alegría su estancia en la Casa de la Crónica y sus huellas en la avenida de los Héroes cuya fisonomía tanto defendió, a veces infructuosamente pero con toda la obstinación posible. Ahí permanece Don Nacho, como perpetuo guardián de nuestro pueblo descarriado que está obligado a defender su identidad.

La capital de nuestro estado tuvo el privilegio de contar con un Cronista de tiempo completo, siempre atento a cada detalle de la epidermis de la solitaria capital caribeña de nuestro país.

Adiós a un hombre que dejó un legado de devoción por Chetumal, devoción ausente en muchos hijos que la han devorado. Siempre con nosotros, querido profesor cronista.
 

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