Adiós como en película francesa
Me llevo ese último beso entre los labios, hoy me llevo ese último momento como su reflejo empañado en el espejo.
Apuro la última copa de vino para robar valor de alguna parte y terminar con esta antología, una carta suicida. El testimonio de una vida, su vida y la mía. Me despido con un beso sabor a menta, chocolate amargo y frambuesas. Me despido después del primer y último adiós. Me despido con el corazón envuelto, preparada para abandonarle y reencontrarle en alguien que comparta la misma oscuridad que yo.
Fue un error y un acierto, fue una noche y mil desvelos. Fue, pero sigue siendo, por eso hoy le despido aquí, entre palabras, con un beso escondido, con tantos besos marchitos a su espera, con tantos besos marchitos que revolotean taciturnos sobre el piso de madera. Pero hoy le despido, y me llevo ese último beso entre los labios, hoy me llevo ese último momento como su reflejo empañado en el espejo.
Bajo la última hora hago las maletas y echo mi vida a la calle, rompiendo el pacto que alguna vez hicimos, medio dormidos, medio despiertos. Quemo cualquier evidencia y me cambio de nombre, y así, en el anonimato que una nueva ciudad puede conceder, desaparezco, para él, para mí, para darle fin a esta espera, que ha sido larga y dulce, cual película francesa.