Adiós a Lovecraft
Toda su imaginación e intelecto lo hicieron un excelente constructor de leyendas y creador de atmósferas...
Me encontraba cursando la prepa cuando descubrí a Howard Phillips Lovecraft, artífice del género del horror, tanto en prosa como en verso. Por esos años, quedé absolutamente obsesionado con sus narraciones, gracias a que un amigo me regaló “Los mitos de Cthulhu”, cimiento de la cosmogonía literaria que lo haría famoso por todo el orbe.
Sin embargo, en noviembre del año pasado retomé su lectura, releyendo los principales relatos de Lovecraft y tomando la difícil decisión de despedirme de él, puesto que con los años el entusiasmo inicial por su mitología de horror cósmico se ha desvanecido, dejando en su lugar la desilusión provocada por las costuras literarias que comencé a notar en el escritor nacido en Providence en 1890.
Toda su imaginación e intelecto lo hicieron un excelente constructor de leyendas y creador de atmósferas, pero sin que lograra superar sus deficiencias como narrador. Hoy día sus relatos se me figuran demasiado extensos, incluso reiterativos; sus desenlaces flojos y previsibles al igual que sus demás giros argumentales. A ello habría que sumarle una escasa construcción de personajes, cuestiones que se soslayan en las primeras lecturas, fascinados como estamos por la anécdota en sí misma. No obstante, a la tercera o cuarta lectura, el deslumbramiento inicial se diluye al igual que el terror que pretende provocar.
Sus cotas como escritor no alcanzan la maestría de otros narradores del género, como Poe, Arthur Machen, Bram Stoker o Richard Matheson. Con todo, esto no significa que desestime su contribución literaria; al contrario, recomiendo sus libros como una inmejorable lectura iniciática, en especial para aquellos que quieren asustarse con sus palabras.
No por nada Lovecraft dejó escuela, sobre todo entre los miembros de su círculo literario, que habrían de forjarse un nombre por su cuenta: Clark Ashton Smith, August Derleth, Robert E. Howard y Robert Bloch (autor de Psicosis), que continuaron su obra y alimentaron sus mitos, al grado de volverse inseparables de la cultura pop, donde están presentes en cómics, películas, videojuegos, playeras y productos relacionados.
No obstante, para uno como lector maduro llega el tiempo de dejar atrás las afinidades electivas de su temprana juventud, siempre en busca de las maravillas que se esconden en el siguiente autor o libro por descubrir. Adiós H.P., gracias por todo el miedo y los desvelos de un adolescente que te recuerda con cariño. ¡Larga vida a Cthulhu!.