¡Agarren a López por Pillo!
Quizá sea momento de que los políticos de hoy, tururú tururú, dejen de andar dando traspiés y haciendo el ridículo...
Grandes nostalgias de la vieja cartelera teatral ochentera que le rendía un injusto antihomenaje a José López Portillo luego de haber arrasado con todo a su paso por Los Pinos. Un Jolopo como coloquialmente se le conocía, al que hoy extraño que sí era un gran demagogo —no como otros que son tristes aprendices de enanos del tapanco— cada vez que don Ángel Heladio se dirige a la tribuna con ese extraño lenguaje remotamente parecido al español anuncia que en Guerrero todo está bajo control, que no hay estado fallido y que a él también le duele México y que no parará, aunque misterio habrá, hasta dar con los normalistas desaparecidos que sí son buenos y no los vándalos que le quemaron el Palacio de Gobierno que, aquí entre nos, como que sí le hacía falta su exorcismo a ver si quita de encima algunos demonios de esos que andan sueltos… pero de la panza.
Quizá sea momento de que los políticos de hoy, tururú tururú, dejen de andar dando traspiés y haciendo el ridículo peor que El Piojo Herrera cada vez que se pone como energumenito en los partidos moleros de la selección. Es momento de abrevar en una materia fundamental como es la elaboración de ese conglomerado bien concatenado que conforman las mentiras verdaderas que, a su vez, le dan cimiento al sostén discursivo de la real politik: la demagogia.
En ese sentido nos han hecho creer que una mentira si se repite mil veces se vuelve verdad. Falso, una mentira bien hechecita, eficiente y verosímil basta y sobra. El problema es que el sistema, atiborrado de improvisados y pésimos actores, sacados de un mal casting de películas de Luis Estrada, es incapaz de generar mentiras aunque sea de mediana calidad para el consumo telenovelero.
Sobre todo ahora que entre más le rascan al territorio guerrerense, quizá debido a la acumulación originaria de matazones desde los tiempos de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, podemos imaginar que hay más fosas clandestinas que condominios en Punta Diamante.
Como quiera que sea, tampoco se trata de trata ni que Ángel Heladio se asome al espejo de Tezcatlipoca como don Jolopo, ni que busque a Sasha Montenegro para que me lo latiguee. No. Pero bien puede contrarrestar algo del linchamiento anunciando que defenderá a Ayotzinapa como un perro.
O diciendo las últimas palabras del Benjamón, líder de los Guerrerros Unidos, que antes de pegarse un tiro se despidió con un: “Ahí se ven”.
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