Que  entre quienes son asiduos concurrentes a los teatros públicos de la ciudad hay molestia porque en los baños de esos inmuebles ya no encuentran, como antes, ni siquiera papel sanitario, menos toallas para las manos y jabón –no obstante que es una norma higiénica recomendada por la Secretaría de Salud de Yucatán lavarse las manos después de ir al baño- y que la explicación que reciben de los responsables del aseo es que hace tiempo no les surten esos materiales debido al programa de austeridad decretado por el gobierno del Estado. No se recibió queja del Olimpo, que es una instalación a cargo de la Comuna meridana.

Que  la presencia de la piscoanalista meridana Estela Ruiz Milán en la Feria Internacional de la Lectura Yucatán 2013, donde le fueron reconocidos sus méritos a la profesional, madre del novelista, cuentista infantil, cronista deportivo y periodista Juan Villoro, podría ser motivo para que el gobierno estatal se fije en ella y le otorgue la medalla Yucatán o la Eligio Ancona. Méritos tiene y suficientes por sí misma y sin tener que lucir que es la madre de uno de los mejores escritores de la actualidad mexicana.

Que siempre en el marco de la FILEY, es de justicia hacer un reconocimiento público, amplio, a decenas de jóvenes (ellas y ellos) que, ataviados con playeras negras en cuyas espaldas se leía “Voluntario”, contribuyeron decisivamente en el éxito de la muestra al fungir como choferes de las personalidades asistentes, edecanes y vigilantes discretos del orden. Sin duda esa labor, por la cual su única remuneración fue la satisfacción de ayudar, debe ser aplaudida.