Que la apicultura es tan importante para Yucatán no sólo por los elevados ingresos que genera para el campo gracias a la producción de la miel –que en esta ocasión bajó un 50 por ciento, según Apícola Maya: de 10 mil ton a cinco mil– y su exportación, sino por la labor de polinización que realizan las abejas, por lo cual el daño que causa al campo la sequía se traduce en menores cosechas derivadas de que esos maravillosos insectos no pueden cumplir la tarea de fecundar las flores. Por ello es determinante el apoyo que se de a los melicultores. 

Que en qué situación se halla el proceso de beatificación –el paso previo a la santificación– de dos sacerdotes yucatecos, los presbíteros Juan Pablo Góngora Alvarado y Carlos Rosado Contreras, cuyos casos han sido ya admitidos por la Santa Sede –ya fueron declarados siervos de Dios, un primer paso hacia su elevación a los altares–, pero desde hace años no se sabe en qué situación se encuentran ambos ante los implacables tribunales vaticanos.

Que la denuncia del exalcalde tekaxeño, exdiputado y promotor del madracismo en Yucatán Fernando Romero Ayuso, “compadre y amigo”, como lo definió uno de sus denunciados, Gaspar Gómez Chacón, ha despertado muchos comentarios por la singularidad del hecho, ya que lo acusa de agio, igual que al diputado local y rector del Centro de Estudios de la CTM, Luis Echeverría Navarro, y asegura que hay una jurisprudencia que él encontró perdida y a la cual se sujeta para lograr que no lo despojen de una propiedad. Un caso que hay que seguir sin duda, pero que no parece quitarles el sueño a los denunciados.