Que el desafortunado suceso que costó la vida a una madre y su pequeña hija, ambas vecinas de Campeche y de paseo por Mérida con otros familiares, víctimas de una fulminante infección estomacal, pone a prueba los protocolos sanitarios que se aplican en Yucatán y demuestra también que de parte de las autoridades de salud hay la suficiente preparación para hacer frente a contingencias como la suscitada en estos días, ya que se pudo contener un posible daño a negocios establecidos en la capital yucateca y que generan decenas de empleos. Finalmente, de lo que se trata es de verificar que se cumplan las normas sanitarias y no se causen más daños.

Que un ángulo importante en el trágico suceso y al que no se le presta la debida atención es el de los cientos de negocios ambulantes de comida y refrescos que se encuentran por todos los rumbos de la ciudad –y otros tantos semi establecidos en calles del centro que, además,  tienen el riesgo añadido de que emplean gas butano para sus cocciones– y a los cuales ninguna autoridad los somete a rigurosos controles sanitarios, como sí lo hacen con los negocios que funcionan con todos los permisos y regulaciones.

Que se sabe que en los próximos días, autoridades sanitarias de Campeche y Yucatán –invitadas por las primeras– se reunirán en el vecino estado, donde malintencionadas personas han iniciado campañas de desprestigio contra negocios establecidos en Yucatán por medio de las redes sociales, a fin de dar a conocer las investigaciones que se hacen en torno a la ruta que siguió la infortunada familia campechana y los alimentos que ingirió en ese trayecto y que le causaron dos muertes.