Que millones de termitas que desde hace años hicieron su nido en la escuela primaria Andrés Quintana Roo (calle 62 entre 45 y 47) hicieron huir a los escasos escolares y sus maestros que todavía quedaban en el plantel del barrio de Santa Ana porque, por más esfuerzos que se hicieron para exterminarlas, no se pudo lograr que dejaran de comer puertas, ventanas, libros y partes del antiguo edificio que albergaba al plantel y donde generaciones y generaciones de santaneros hicieron sus primeros estudios.

La escuela ya se fue –y si no se irá en breve- a la periferia porque las autoridades rindieron la plaza ante el empuje y la voracidad de esos insectos isóperos (de alas iguales: isos: igual y pteron: ala) que inclusive pueden llegar a derrumbar estructuras y son una de las plagas más temidas en hogares y otros edificios.

Que aparte de las termitas, otra de las razones que llevaron a decidir el cierre de la Andrés Quintana Roo, en Santa Ana,  es que estaba quedando sin alumnos. Su matrícula actual es de poco más de 60 escolares, la mayoría de los cuales fueron transferidos a otros planteles, porque en el antiguo barrio ya quedan pocas familias de yucatecos, pero es uno de los que albergan a las decenas de extranjeros que se han apropiado de las casas del centro y los barrios meridanos.

A propósito, habría que recordar que hace unos 15 años, las autoridades municipales anunciaron un plan cuya finalidad era repoblar el corazón de Mérida incentivando a los propietarios de antiguas residencias a volver a ocuparlas y devolverla la vida a ese sector de la urbe. Hoy día, los bienes raíces en esa zona se tasan en dólares o euros y están habitados por extranjeros.