Que a casas de fraccionamientos de clase media y media alta en el norte de la ciudad han llegado en estos días vales para acudir a determinado parque o sitio público por un cobertor a nombre de personas de 65 años de edad o mayores (ayer domingo hubo una repartición en la Col. Maya para vecinos de ese rumbo), a quienes por el solo hecho de tener esos años encima se les considera beneficiarios del plan mediante el cual se repartirán varios cientos de miles de esas prendas.

Estas son muy necesarias sin duda en esta época en que la frialdad ataca a las reumas sin respetar clase social ni posibilidades económicas, sin embargo con toda seguridad hay sitios donde hace falta más ese apoyo que en las unidades habitacionales donde las familias tienen medios para comprar cobertores y proteger a las personas mayores (y también a las personas no mayores porque el frío tampoco respeta edad).

Que gracias a la vigilancia de las policías estatal y municipal en Mérida –en los ámbitos que a cada corporación  corresponde-, quienes salen a comprar por estos días sienten un ambiente seguro y pueden dedicarse a lo suyo sin sobresaltos mientras decenas de oficiales, en vehículos y a pie,  bien armados y atentos siguen los pasos de todos quienes entran o salen de plazas y comercios.

Es una de las grandes ventajas de vivir en una ciudad que es la más segura de México y que desde hace años se ha convertido en la capital comercial y de servicios del sureste, ya que si el lector se fija un poco va a ver circulando por las calles de la capital yucateca decenas de vehículos con placas de Campeche y Quintana Roo y hasta de Veracruz.