Que no se sabe si a causa del pleito que entabló el Ayuntamiento contra la empresa ABC & Leasing o a que los cables de la red eléctrica municipal ya están para los chatarreros o a que no hay capacidad para atender toda la extensión de la ciudad… o por las lluvias o porque el diablo mete la cola, pero en largos tramos de Mérida las calles están a oscuras y en otros, las lámparas encienden de vez en cuando y se apagan casi siempre (ahora ya no se puede achacar la culpa a la empresa proveedora porque se supone que sus focos chinos de mala calidad ya fueron sustituidos por focos chinos, pero de buena calidad).

Si se quiere un ejemplo, la céntrica calle 66, desde la 47 hasta la 57 donde, por lo menos la noche del sábado, estaban apagadas las lámparas, pero también en fraccionamientos del norte y no se diga al sur y al poniente de la ciudad.

Que el problema del ambulantaje en Mérida es parecido al de la migración ilegal a Estados Unidos y ninguna ley o medida de fuerza los va a parar. Ahora que el comercio organizado pide declarar ilegal la actividad de los “informales” en Yucatán, de nuevo convendría que todos nos paráramos a pensar si una condición de injusticia como es la de la  pobreza y la falta de oportunidades puede combatirse eficazmente por medios coercitivos.

Por más leyes que hagan los gringos y por más barreras y ojos que pongan en la frontera con México, mientras de este lado del río prevalezcan el desempleo y la inequidad, nada podrán hacer contra las personas que van en pos del “sueño americano”, porque las mueve el hambre. Lo mismo puede decirse de quienes vienen al centro  a vender cualquier cosa en sus palanganas.