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Que ya comienzan a aparecer las letras chiquitas en los papeles que enredaron el asunto de las lámparas chinas rentadas a la empresa AB&C Leasing y que hacen prever un final de película de suspenso, porque hay irregularidades de un lado y de otro, tanto del banco que ya demandó a la empresa como de la empresa que está demandada por el Ayuntamiento, como del propio Ayuntamiento que no parece tener todos los pelos de la burra en la mano.

Lo que sí parece cierto es que, cuando se disipe el humo de la refriega, los únicos que van a salir bien refregados seremos los meridanos, porque, suceda lo que suceda, de nuestros impuestos va a salir todo lo que se vaya a pagar y los que armaron el titingó se van a ir frescos y campantes, unos a succionar otras ubres y otros a seguir haciendo “negocios” y dando ejemplo de lo que es un empresario de verdad “inteligente”. Si fuera uno malpensado, diría que todo fue hecho a propósito.

Que el asunto de la reubicación de ambulantes en casas señoriales del Centro Histórico –como la que se piensa hacer de 150 en una de la calle 63 entre 62 y 64- va a ser otro “negocio de Peto” para los meridanos, quienes vamos a tirar a la basura otros cuatro millones de pesos –que pudieran servir para arreglar las calles- porque es casi imposible pensar que vayan a entrar a esas imponentes casas quienes quieran comprar una bolsa de huayas o un cucurucho de nancén.

El negocio de los vendedores ambulantes está en la calle, sea cual sea el giro que manejen, porque ponen la mercancía al paso de la gente. Y si quita a 150, van a llegar 200 nuevos. Como dice un pseudo sesudo articulista: al tiempo.

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