Agotado

Está más que demostrado que por el camino que hoy lleva el mundo no va a llegar a nada mejor...

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Desde hace tiempo, sensatos y sesudos analistas vienen diciéndonos que el sistema político mexicano está agotado –en realidad yo pienso que el modelo de democracia está agotado y no sólo en México- y que se impone un cambio de fondo so pena de seguir eternamente como los animalitos que viven persiguiendo su cola mientras giran en círculos sin fin.

Está más que demostrado  que por el camino que hoy lleva el mundo no va a llegar a nada mejor. Los sistemas políticos neoliberales que postulan la libertad individual a ultranza y pretenden un mundo donde la competencia sea la que rija la conducta de cada uno ante la sociedad han demostrado sus limitaciones y la injusticia de sus premisas. No hay condiciones ni entre naciones ni entre individuos para la libre competencia en terrenos parejos. El capitalismo no es la solución.

De los estados que se situaban –en pasado- del otro lado de la esfera ni caso tiene hablar. Ya no hay ninguno al que pueda considerársele siquiera medianamente socialista y menos comunista. Cuba hace tiempo que rindió sus armas a un pragmatismo que le permite hacerse de la vista gorda ante una cada vez más creciente clase empresarial que permite a sus ciudadanos sobrevivir a la penuria económica. 

China practica un capitalismo de Estado. Corea del Norte no se puede considerar más que una sanguinaria caricatura de nación. Y así de los demás. Los experimentos socialistas en Argentina, Bolivia y otras naciones de América naufragaron en la corrupción rampante -excepción hecha del breve mandato de José Mujica en Uruguay- y en una clase gobernante enriquecida hasta el insulto.

De modo que las oscilaciones entre capitalismo y socialismo no han rendido ni de un lado ni del otro beneficios a la humanidad, cada día más polarizada entre unos pocos que tienen muchísimo y unos muchos que tienen poquísimo, dramáticamente representados por millones de migrantes de Africa, Asia y Sur y Centro América y el Caribe que llegan a tocar las puertas de las naciones ricas para cobrar siglos de explotación que los dejaron en la ruina.

México no puede sustraerse a esa realidad mundial, donde priva, por encima de cualquier valor, la mirada miope cuando no perversa de quienes sólo ven por sus propios intereses y carecen de cualquier asomo de solidaridad con la parte jodida de la humanidad. Se impone un golpe de timón.

¿Qué hacer? La verdad no lo sé, pero de lo que no tengo duda es de que lo que tenemos hoy no sirve. Hay iniciativas sociales que promueven y practican la solidaridad. Hay inclusive empresarios con visión social. Hay atisbos de una nueva humanidad en algunas franjas de la sociedad. Por allá creo deberíamos ir. Salir a despotricar contra una persona, así sea el presidente, no resuelve nada y a veces sólo lleva agua al molino de otros iguales o peores que él. 

Vamos mejor a canalizar nuestras energías en conseguir un cambio, primero en cada uno de nosotros y después en el ámbito más cercano. El camino pasa por ser solidario con los que tenemos cerca.

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