Alcohol vs. mariguana

La legalización da oportunidad a la regulación y, de esta forma, permite el control.

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Sin las formalidades de las consultas institucionales, el país se encuentra inmerso en un debate sobre la legalización de la mariguana. Como pocas veces, los medios difunden razones, argumentos y evidencias en un sentido u otro. Queda claro que en la base, según revela el estudio de opinión de GCE difundido la semana pasada (www.gabinetece.mx), persiste el rechazo, aunque es una postura que se atenúa conforme hay más datos y elementos de juicio. 

Por ahora, la opinión mayoritaria es de rechazo, muy distante de quienes promueven la legalización de la droga.

En términos de opinión pública no hay condiciones para un cambio significativo, ni siquiera en el DF, donde hay más apertura sobre el tema. Los argumentos comunes para legalizar su uso no son compartidos: la mayoría considera que el cambio incidiría en un mayor consumo, especialmente en menores de edad, no bajará la criminalidad o violencia y sí representaría un problema serio de salud pública. 

Sin embargo, hay acuerdo en investigar más sobre el tema y legalizar marginal y controladamente su empleo para uso médico o terapéutico.

Dos de las drogas más nocivas y fatales son legales: alcohol y tabaco. Su afectación directa e indirecta en la salud es significativa e incuestionable. Sin embargo, sería un absurdo su prohibición. 

La legalización da oportunidad a la regulación y, de esta forma, permite el control y salvaguarda del interés público, incluso la protección del consumidor, como en muchas cosas indeseables, mas propias de la vida social, valgan los ejemplos de los juegos de apuesta o la prostitución. 

La referencia es válida para quienes argumentan o rechazan en función de la salud. Es evidente que la evidencia científica prueba que la mariguana sí provoca daño, mucho mayor en menores, sin embargo, el argumento debe centrarse en los beneficios públicos de regular un mal que habrá de acompañar, inevitablemente, a la sociedad.

Por cierto, la regulación de la comercialización del alcohol en el país es deficiente o ineficaz. Se ha controlado la publicidad y en algunas partes autoridades locales o municipales han prohibido su venta en fines de semana. 

Se ha buscado que los menores no puedan acceder al alcohol; sin embargo, estas medidas se ven anuladas con la proliferación de las tiendas de conveniencia, las que tienen como sustento de negocio el comercio de alcoholes y cerveza. Nada se hace al respecto, aunque los estudios sobre las adicciones en México revelan que el alcohol es la droga más común y nociva.

Otro tema discutible es que la legalización de la mariguana evitaría o disminuiría la criminalidad asociada al comercio de drogas ilegales, objetivo a todas luces deseable, dadas las condiciones del país. 

La prohibición lleva a la criminalidad, incluso afecta a los mismos consumidores al trasladarlos a la ilegalidad, con todo lo que implica. Sin embargo, es ingenuo, por decir lo menos, que una legislación local o nacional pueda atenuar un problema que ha evolucionado en proporciones descomunales. De cualquier forma el tema requiere de una solución global. 

De hace tiempo el diagnóstico sobre la violencia y el crimen organizado muestra que éste ha evolucionado y se traslada a territorios de mayor rentabilidad que el del comercio de mariguana, incluso no solo el del trasiego de drogas. Lo común ahora es la extorsión, el secuestro y tráfico de personas.

La reforma sobre la materia llama a objetivos mínimos y urgentes de regulación. Uno de éstos es dar mayor atención pública y privada a la prevención de las adicciones, asunto al que no se le ha dado prioridad. 

Asimismo, evitar la criminalización del consumidor, para ello será necesario precisar las hipótesis que lo hacen diferenciarse del narcotraficante, lo que no solo incluye la mariguana. Otro aspecto es el empleo de ese enervante, como muchas otras drogas, para efectos terapéuticos, sin que esto se vuelva una coartada para su comercio generalizado, como sucede en varios de los 16 estados del país vecino al norte que lo permiten.

En el debate llama la atención el poco aprecio del argumento liberal sobre el derecho a optar, situación explicable en una sociedad poco acostumbrada a esta perspectiva y valor. Este valor es la razón de mayor peso en las sociedades modernas respecto al régimen del consumo de las drogas legales o no legales. 

En este sentido la mariguana se permite no porque no haga daño o porque así se atenúa la criminalidad, sino porque se salvaguarda el derecho a decidir y el respeto que se debe a toda persona para evitar su criminalización por ser consumidor.

El mundo de las adicciones es un infierno, más en el alcohol que en la mariguana. La criminalidad asociada al narcotráfico ha dado lugar al peor de los demonios. Aún así, se requiere sentido común para entender la legalización de drogas.

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