Alegría trascendente

En el primer capítulo de La alegría del evangelio, cuyo autor es el Papa Francisco, se aborda la transformación como eje necesario de toda actividad humana; actividad que implica involucrarse, acompañar, fructificar.

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En una conversación con un amigo, salió a relucir el contenido del texto que hoy quiero compartir contigo. Ya en alguna columna anterior, hemos charlado respecto a la edición impresa de la suma de los escritos denominados homilías. Hoy hablamos de un texto que guarda cierta relación discursiva, que mantiene algunas características de fondo y de forma a nivel escritural, que es parte del mismo conjunto de género literario.

El título: La alegría del evangelio; el autor: el Papa Francisco. Los subtítulos de la obra van sumando adjetivaciones y características respecto a la alegría: renovación y comunicación, dulzura y novedad. La temática se funda en varios objetivos, uno de los cuales me parece fundamental: “La paz y el diálogo social”.

El capítulo primero aborda la transformación como eje necesario de toda actividad humana; actividad que implica involucrarse, acompañar, fructificar.

El capítulo segundo trata lo relativo al compromiso comunitario y a los desafíos de nuestro mundo; rechazando la denominada economía de la exclusión y la idolatría del dinero, rechazando todo gobierno que no busque servir; rechazando toda iniquidad que genera violencia. Este capítulo incluye igualmente una muy interesante reflexión en torno a un concepto que, en nuestros días, pareciera haber caído en desuso incluso dentro de nuestro vocabulario: la acedia (mi computadora tampoco lo reconoce, pues me lo marca como “erróneo”).

El capítulo tercero se centra en la reflexión en torno a un pueblo conformado por muchos rostros, un pueblo para todos. Privilegiando la cultura, el pensamiento y la educación; la relación persona a persona; el contexto y la conversación; la preparación y la verdad; la lectura y la pedagogía. El capítulo recomienda establecer nuevas relaciones, descartando el pesimismo y la confrontación.

El cuarto capítulo trata la inclusión social, la escucha y la unión; la economía y la distribución del ingreso; el bien común y la paz social; el diálogo entre la fe, la razón y la ciencia; el diálogo interreligioso.

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