Alerta en la escuela
Las autoridades educativas ya están preocupadas por la incidencia de casos de adicciones en las escuelas, a raíz de que en una primaria de Chetumal...
Las autoridades educativas ya están preocupadas por la incidencia de casos de adicciones en las escuelas, a raíz de que en una primaria de Chetumal se descubrió a un alumno de 12 años con varias dosis de cocaína, una droga prácticamente inaccesible para estudiantes de nivel básico.
Lo más preocupante es que el estudiante podría ser un distribuidor hormiga de droga, y por ese motivo contaba con una cantidad nada despreciable para ser comercializada. Por ser un asunto en el que está involucrado un menor de edad, las autoridades correspondientes han guardado cierto hermetismo sobre la investigación, que podría ser apenas la punta del iceberg de un problema mucho más grave.
En las oficinas centrales de la Secretaría de Educación y Cultura (SEyC) se reunieron representantes de varias instituciones, para formar el Consejo Estatal de Seguridad Escolar que será una realidad en las siguientes semanas, ante las serias amenazas contra la integridad física y mental de los estudiantes de educación básica.
Aunque se ha repetido que los problemas no son tan serios todavía, es momento de que las instancias gubernamentales pongan toda su atención sobre lo que ocurre en el entorno donde se ubican las escuelas, para evitar que problemas como las adicciones, pandillerismo y acoso escolar sienten sus reales, porque después sería más difícil solucionarlos.
El objetivo es crear ambientes protectores en los centros escolares que permitan a los alumnos estudiar en condiciones favorables y que les ayuden en su formación académica, pero en particular a su superación humana.
Porque los centros de estudios deben ser espacios libres de la amenaza de las drogas, aunque el acoso escolar ha estado presente por décadas y es un fenómeno nacional, sin que esto implique una respuesta pasiva de parte de las autoridades educativas que deben ser respaldadas por los padres de familia.
La violencia estudiantil no debe ir en aumento, sobre todo cuando hablamos de un estado donde ha reinado la paz social. Pero algunos brotes confirman las dimensiones de la amenaza. Y hablamos de agresiones extremas que han causado la muerte de estudiantes e incluso heridas de gravedad.
Esta batalla se tiene que dar con determinación en las aulas, y los profesores deben desempeñar un papel muy activo porque ellos tienen la mayor de las responsabilidades, y esta es ineludible. Lo grave es que con frecuencia pesan más sus intereses y prioridades sindicales y laborales, descuidando lo que en verdad debe importar.
Por lo pronto, la Secretaría de Educación y Cultura ya advirtió la gravedad de las amenazas y decidió intervenir, más allá de los discursos de preocupación y de restar importancia a los focos rojos.