Algo grave pasa en México, ya que resulta que de acuerdo con los resultados del Informe País, presentado por el recién convertido Instituto Nacional Electoral (INE) y elaborado en conjunto con el Colegio de México, los mexicanos cada vez tienen menos confianza en instituciones como el Ejército, la Iglesia, los medios de comunicación, la policía y los partidos políticos.

Como en este espacio lo que me compete son los medios (y específicamente pienso en el periodismo), precisaré que de 2010 a la fecha los mass media, que tenían una confianza del 61%, a la fecha sólo registran un 32% de la aprobación de la población. Sobre el asunto, no puedo dejar de pensar que la confianza sólo se gana con credibilidad y ésta se forja a través del  trabajo duro y del tiempo. 

Pero también es importante destacar que en los últimos años los medios han sufrido ataques en detrimento de su fuerza, nuevas leyes que dificultan la labor periodística, un fuerte cambio generacional (el oficio se convirtió en una carrera que hay que cuidar y procurar) y tecnológico.

Respecto de lo anterior, por poner un ejemplo, lo primero que se me viene a la mente es el nuevo sistema de justicia oral de Yucatán (un tema tabú leía por allá), que lleva por lema la presunción de inocencia, donde las leyes establecen algunas restricciones a la información a fin de evitar interferir en la investigación y evitar alguna demanda de las partes que intervienen en el proceso.

Recuerdo que hace un par de semanas, cuando se denunció con un reportaje al líder del Partido Revolucionario Institucional del DF por una red de trata, que un compañero comentaba que por fin alguien había recordado que el periodismo debe cimbrar las estructuras para generar un cambio.

Tampoco hay que olvidar que el medio de comunicación es igual a la suma de sus partes, es decir, un trabajo coordinado y de equipo.