Vacío tatuado en el alma
Esto es lo que me queda: su partida, un vacío enfermizo al lado de mí, como estigma...
De pronto, sus brazos se quedaron alrededor de mi cuerpo, tatuados, como su nombre sobre mis palabras, tatuados, como su risa sobre mi alma, tatuados, como sus besos sobre mis mejillas, hasta desaparecer, como desaparece el humo de los labios, como desaparece mi vida de su lado. Hasta desaparecer.
Entonces me preparo para lo incierto, para la vida sin él, para la vida sin mí, para una muerte lenta y ajena, como cada segundo a partir de ahora, a partir del silencio bautizado con el eco que dejó, el eco de ese “para siempre” que duró un instante.
Esto es lo que me queda: su partida, un vacío enfermizo al lado de mí, como estigma, un vacío incomprensible entre mis brazos, una tremenda soledad en cada esquina; el eco de su voz en mi cabeza, un silencio total allá afuera.
Entonces me preparo para lo incierto, para la necesidad de lo imposible, para la necesidad de lo impredecible, para la necesidad que siempre viene acompañada por un vacío de palabras, que siempre viene acompañándolo a él...
Casi siempre, hasta desaparecer.