¿Ambulantes fijos?

Un líder que tiene como costumbre pasarse por donde mejor le venga en gana a las autoridades municipales...

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Se define ambulante como aquella persona que va de un lugar a otro sin tener asiento fijo. Esto es, sin permanecer demasiado tiempo en un sitio. En México y también en Mérida, acorde a nuestra costumbre de llamar a las cosas con nombres trastocados merced a las ventajas que representa para algunos políticos y  aprovechados, el término se refiere a un comerciante no establecido formalmente que ocupa un sitio definido en las aceras del centro y otras partes de la ciudad. 

Esto ocurre porque el ilegal cuenta con el apoyo de un líder que tiene como costumbre pasarse por donde mejor le venga en gana a las autoridades municipales; y pareciera que a éstas, a su vez, les gusta el jueguito. En un evento reciente una nota publicada en Milenio habla de siete líderes del ambulantaje, entre ellos los señores Jaime Manrique y  Wilberth M. Parra. 

Lo que no explica el Ayuntamiento es por qué existen siete promotores de la irregularidad, cómo se formaron y se reparten la ciudad para sus agremiados, qué cotos de poder representa cada uno  y si, además, recibe alguna compensación por parte de éstos, vía inspectores, y si se reparte después convenientemente.

“Los sacamos del centro de Mérida y los mandamos fuera del centro”, como si el Cabildo y el presidente municipal fueran los dueños de la ciudad y quisieran replicar su incompetencia bloqueando en otras zonas el derecho del ciudadano libre a caminar con dignidad por las escarpas en lugar de descender al arroyo, muchas veces con sus hijos de la mano, porque la calle está obstruida por un protegido irregular, reconocido arbitrariamente por las autoridades.

Es elogioso que se hagan esfuerzos por dar una solución a este grave problema y la respuesta de algunos involucrados de participar en cursos de capacitación,  pero, según parece, más de cientos de infractores representados pueden más que los ciudadanos que reclaman su derecho de vía, la dignidad a su tránsito sin obstáculos y no ser afrentados en cada esquina por protegidos oferentes de productos muchas veces piratas. Urge un estudio de esta “economía conveniente” y saber cómo llega dicha  mercancía a estos ambulantes y a quién beneficia.

Dejaré para otra participación hablar de los que se apropian y administran las calles amparados por, quiero pensar, la autoridad y los sindicatos de franeleros. Vaya biem.

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