AMLO contra Mancera

La base de apoyo de López Obrador es la CNTE, decenas de miles de profesores que han abandonado las aulas del estado más pobre del país.

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Lo que ocurra en estas semanas será crucial no solo para los mexicanos, sino también para los políticos en la cúpula. En el gobierno y en el PRI hay una competencia virtuosa que conduce a la aprobación de las reformas. 

En el PAN, Madero y los moderados se imponen, pero el calderonismo acecha desde su santuario que es el Senado; como se advierte en la votación de la reforma educativa, están dispuestos a todo, incluso a servir de mano de gato de la CNTE. 

La situación es más dramática en la izquierda, nunca el gobierno de la Ciudad de México ha sido tan golpeado por el movimiento disidente, ni siquiera cuando López Obrador decidió tomar Reforma.

Este domingo tiene lugar la concentración en el Zócalo convocada por López Obrador contra la reforma energética. Este evento es muy distinto a la convocatoria que hiciera el mismo personaje como repudio al intento de desafuero perpetrado en su contra por el gobierno de Vicente Fox, con el propósito de sacarlo de la contienda por la Presidencia. 

Entonces muchos eran los ciudadanos indignados que sin ser militantes o simpatizantes del jefe de Gobierno hacían valer su repudio al uso de la justicia con propósitos electorales. Ahora, la base de apoyo de López Obrador es la CNTE, decenas de miles de profesores que han abandonado las aulas del estado más pobre del país para avanzar en la práctica de extorsión de sus dirigentes a las autoridades federales y estatales.

A Miguel Ángel Mancera no lo golpean sus rivales a la derecha o del gobierno federal, como sí ocurrió cuando AMLO estaba en el poder. Los ataques vienen de casa, especialmente de quienes mueven a los maestros de Oaxaca y del mismo López Obrador. La toma de Reforma no provocó a Ebrard el daño que sí causa el desquiciamiento de la ciudad, el bloqueo a las instalaciones del Congreso o la obstrucción al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. 

Los maestros no han impedido que la reforma educativa avance, pero sí han logrado el desgaste del gobierno de la izquierda en el DF y el de uno de los mejores prospectos para disputar la Presidencia en 2018.

Se trata de llevar al jefe de Gobierno a una situación límite y que pese sobre él la responsabilidad ante una eventual acción de las fuerzas del orden resultado de la provocación de los manifestantes de la CNTE. En realidad, la presencia de los falsos profesores de Oaxaca no solo es frenar la evaluación —que en su caso es vista como amenaza fatal (por algo será)—, sino también engrosar la resistencia que encabeza López Obrador contra las reformas, como queda claro este día.

El PRD está en una situación muy difícil por no desmarcarse de López Obrador. Ni siquiera Cuauhtémoc Cárdenas pudo articular una postura propia, no obstante su experiencia en materia petrolera y autoridad moral en la izquierda. 

Frente al activismo intransigente y la soberbia moral propias del tabasqueño, el único lugar para la dirigencia del PRD o el ingeniero Cárdenas es el asiento trasero, si no es que el maletero del vehículo llamado Morena. 

Para suerte del PRD el gobierno se empecina en retenerlos en el Pacto por México, pero el rechazo a las reformas, como ocurrió con muchos votos de perredistas en la Ley General de Evaluación Docente hace inevitable el acuerdo del PRI con el PAN, regresando a la izquierda a la marginalidad, sin perspectiva para influir en el destino del país, regocijándose en la arenga callejera, tarea muy a la medida de López Obrador. 

El PRD debe diferenciarse de Morena, asumir los costos, arriesgar, defender a los suyos como es el jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera y marcar distancia de quienes ya de antemano les han declarado la guerra, escupiéndoles a la cara.

También este día, el gobierno habrá de presentar la reforma hacendaria, uno de los pasos obligados para la modernización del país. Un nuevo elemento a modo para quienes por la razón que sea decidieron un no a las reformas. 

La izquierda debe darse la oportunidad de un debate serio para mejorar el marco impositivo y de ejercicio responsable del gasto público. Su presencia es necesaria, más en estos momentos cruciales para el país, cuando tendrán lugar cambios fundamentales y que lo deseable es que ocurran con ella.

La izquierda tiene que encontrar una forma inteligente para lidiar con la movilización social contra las reformas. Se ha visto muy mal ante la reforma educativa, a pesar de sus indiscutibles virtudes y amplitud del consenso. 

Es evidente que no es la educación, el petróleo o la hacienda pública lo que está en el centro de la mesa, sino la disputa anticipada del 2018. El día de hoy es un buen testimonio, juego de espejos de muchas piezas y muy pocos jugadores.

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