Ángel Heladio Aguirre es un loquillo

Aguirre Rivero puede estar tranquilo. Al único que apañaron y está en el tambo boleando su colección de zapatos fue a Granier porque cometió el gran error de entregarse.

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Por eso anda feliz y desatado como hipster en el Corona Capital. Diluviará, chapoteará en el lodo, le caerán rayos y centellas, pero en el culto a su insólita persona escucha la música de viento que baja de la tribuna como si fuera la “Cabalgata de las walkirias” antes de un bombardeo de napalm en las playas de Vietnam.

En la plenitud del pinchi poder que es una cosa esplendorosa, Ángel Heladio recordó las lecciones aprendidas al lado de su Yoda, Rubén Figueroa que ante una poquita de presión social luego luego aflojó, pero sobre todo le rinde culto a la leyenda de mi góber Precioso que, no obstante su papel protagónico en el show teibolero “Se trata de trata” con Kamel Nacif y Succar Kuri, se mantuvo fiel al hueso y dentro del presupuesto para no vivir en el error. Digo, hoy, pocos años después, está muy cerca de ser candidato a diputado por el partido de sus grandes éxitos, el partido tricolor.

Digo, con esos ejemplos de austero republicanismo a los que se pueden incorporar figuras egregias y marmóreas como las de una larga lista de góbers dudosos encabezados por Humberto Moreira, Aguirre Rivero puede estar tranquilo. Al único que apañaron y está en el tambo boleando su colección de zapatos fue a Granier porque cometió el gran error de entregarse.

Bueno, ni todos los escándalos michoacanos con selfies de La Tuta incluidas en un estado no fallido, sino fallidísimo, llevaron al ex góber Fausto Vallejo a un lugar cerca del tambo.

Por eso y muchas cosas más, porque se la está pasando de bomba y de pocas tuercas aún no renuncia como YOLOxóchitl, ni anda ahí con la cola entre las patas como el padrote Padrés, ni pone pies en polvorosa al estilo Chapito en fuga como el sátrapa de Iguala, ni hace agua por todas partes como el PRD que lo trata como se trata a la novia (bueno, ni a Godoynodoyuna le dieron tal calidad de servicio a la habitación), ni nada de esas cosas que demeritarían la dicha encantadora de su augusto virreinato.

El hombre está confiado y no es para menos. Con los señalamientos internacionales, confrontado con la PGR, criticado por doquier, con una sonrisa como del Guasón ve con tranquilidad cómo la proliferación de comisiones y fiscalías alrededor de affaire Iguala le aseguran un futuro fecundo y creador.

Como quiera que sea, y aunque la tragedia de Ayotzinapa haga palidecer la matanza de Aguas Blancas, Ángel Heladio no hace caso de la gente, sigue la corriente, pues si esto es un escándalo sería más vergonzoso no saber reinar.
Ángel Heladio es un loquillo. 

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