Ánima, palabra festejada

Una definición generalmente aceptada dice que el ánima es el aliento vital.

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En estos días celebramos en México a las ánimas de nuestros seres queridos difuntos y les hacemos rezos y les ponemos viandas en sus altares como una manera de decirles que siguen viviendo en nuestros corazones.

La iglesia católica llama a estas celebraciones Día de los Fieles Difuntos, el 1 de noviembre, y de Todos los Santos, el 2.

El primero, porque está dedicado a todos los muertos que profesaban esa fe, incluidos los que temporalmente moran en el purgatorio, donde cumplen una sentencia de purificación previa a entrar en el cielo (murieron en pecado venial, porque los que fallecieron en pecado mortal se van derecho a las llamas eternas),  y el segundo a todos quienes habitan ya en el cielo, donde gozan por siempre de la presencia del Señor.

Eso dice la iglesia católica, pero las tradiciones populares –que casi siempre prevalecen- disponen otra cosa: desde el 31 de octubre comienzan las fiestas dedicadas a los niños y les siguen el 1 y el 2, con los altares y las visitas a los cementerios y que son dedicados a los muertos, así en general, con toda una carga de sincretismo hispano-indígena tanto en la comida como en las celebraciones -rezos incluidos-, y se prolongan hasta el ochavario –en Yucatán se le llama bix, palabra maya al parecer copiada del bis o repetición- que es a los ocho días, cuando se despide a los familiares difuntos que emprenden la larga caminata hacia su morada habitual.

En toda esta parafernalia, el ánima (latín: anima-ae) ocupa un sitio central, pero ¿qué es este ente etéreo al que tanto se festeja en México? Una definición generalmente aceptada dice que es el aliento vital. Algunas religiones explican que es la parte inmaterial del ser humano, esa que –postula la fe católica- acaba en el purgatorio, el infierno, según la conducta de cada quien, o  el cielo si tiene la suerte de morir en estado de gracia: con sus cuentas saldadas con el Altísimo. 

De   cualquier modo, bienvenidas estas celebraciones, aunque los dietistas nos recomienden no atascarnos con los pibes. Provecho.

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