Apuntes sobre el fin del calderonismo

Lo que queda del calderonismo hoy está dividido, enojado y, sobre todo, derrotado.

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Desde hace cuatro años he escuchado y leído a Juan Ignacio Zavala señalarlo una docena de veces. Lo dijo por primera vez cuando una parte de eso que conocemos como el calderonismo quiso competir a través de Roberto Gil por la presidencia del PAN, lo volvió a decir cuando se construyó con ayuda de Los Pinos —casi se inventó— una candidatura para competir con Josefina Vázquez Mota para definir al candidato presidencial en 2012 y lo advirtió una vez más hace unos meses, cuando el senador Cordero se lanzó a arrebatarle el PAN a Gustavo Madero y los suyos.

Zavala sostiene, y yo creo que tiene razón, que ese grupo del “calderonismo” ha tenido todo dentro del PAN y lo ha ganado todo. Desde que Calderón fue presidente del PAN hasta el triunfo de Fox y, por supuesto, el de Felipe en las presidenciales, son producto del trabajo más o menos articulado de un mismo grupo político. 

Era la hora, lo sigue siendo, ha dicho una y otra vez Juan Ignacio Zavala, de dejar a otros que lo intenten, que dirijan el PAN, que compitan en elecciones y a ver cómo les va. 

A fuerza de no hacerle caso al colaborador de MILENIO y de querer prolongar artificialmente su vida, el “calderonismo”, lo que queda del calderonismo hoy está dividido, enojado y, sobre todo, derrotado. El calderonismo, por cierto, que no es lo mismo que Calderón, quien en los sondeos que yo he visto sigue siendo bastante querido entre los militantes blanquiazules.

La elección de ayer era la última oportunidad de recuperar la dirección del partido para ese, cada vez más pequeño, grupo de panistas.

Descanse en paz el “calderonismo”. 

Creo que este punto y aparte puede ser una buena noticia para Acción Nacional.
A diferencia de la izquierda, después de este tipo de procesos en el PAN no hay rupturas trascendentes, tal vez porque los perdedores no tienen adonde irse. Eso los obligará a reconstruir relaciones, armar nuevos grupos y al surgimiento de nuevos liderazgos.

Es curioso, pero después de todos los dimes y diretes de la campaña, 2015 podría no ser mal año electoral para los panistas. Nuevo León y Querétaro son gubernaturas que podrían recuperar. Los problemas del gobierno en las encuestas, la irrupción de Morena dividiendo el voto de izquierda podría permitirles ganar una mejor posición en el Congreso de la que hoy tienen.

Pero lo más interesante del fin del “calderonismo” es que hoy, otros panistas, por fin, pueden empezar a construir un nuevo “ismo” con miras a 2018. 

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