Aquí estoy entre plenarias
La inseguridad hoy está a nivel de simple mito genial. Tanto que la Policía Federal, luego de afirmar que no hay peligro en Valle de Bravo, mejor mandó un contingente de 350 gendarmes para cerciorarse.
Anuncia el distinguido secretario de Gobernación, quien todos los días nos genera con sus buenas nuevas a futuro una especie de nostalgia del porvenir, que el gobierno federal que está decidido a aplicarle photoshop a los paradigmas, analiza con la tranquilidad de un gran ajedrecista una posible iniciativa preferente para el próximo periodo legislativo.
Esto ya puso a parir chayotes a la oposición, que por alguna extraña razón se creyó la promesa de adorarlos y de que ya no vendrían más propuestas de gobierno, sino los ejercicios ejecutivos para hacer cumplir las que ya se lograron. O sea que también le creyeron a Videgaray que no habría nuevos impuestos hasta 2018.
Así las cosas, cualquiera se preguntaría a qué más podría aspirar un gobierno que lo ha logrado prácticamente todo, entre ello que sus adversarios le hicieran el trabajo sucio. Pero no, hay mucho trabajo que hacer por la patria. De ahí la importancia de una iniciativa preferente que obligue al Legislativo a saltarse la cola de las tortillas sobre temas que poco importan.
Por ejemplo, la inseguridad —fundamental en los tiempos de la narcoguerra y los michoacanazos calderónicos— hoy está a nivel de simple mito genial. Tanto que la Policía Federal, luego de afirmar que no hay peligro en Valle de Bravo, mejor mandó un contingente de 350 gendarmes para cerciorarse.
Como sea, es importante que para esta iniciativa preferente se busquen temas torales: prohibir las consultas populares que no sean las del PRI, generarle aranceles a la cábula en forma de memes contra el gabinete y, el más importante, que se ponga fin a esta exótica intención que pretende que los políticos desaparezcan de spots, espectaculares, anuncios, publirreportajes y playeras, a la hora de presentar sus informes de gobierno. No puede ser.
Digo, ni modo que se blureé al funcionario nada más por darles gusto a aquellos que no disfrutan esa siempre refrescante marejada político-publicitaria-partidista, no vayan a confundirlo con Carlitos Ahumada. Eso, ahora que nuestros diputeibols y senators están entre plenarias, agobiados por la Espada de Damocles de la transparencia y el combate a la corrupción, piensen para relajarse en esta buena iniciativa.
O que en todo caso, dejar muy en claro que solo quienes respondan a los cánones de la estética occidental puedan protagonizar sus propias campañas. Por lo demás, que se mueran los feos como dice la canción.