¡Arrancan!

Efectivamente, las precampañas son una farsa. El tope de gasto es ridículo: $224,074.72.

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Ayer sábado iniciaron las precampañas para la elección de candidatos a diputados. Formalmente, el 23 de febrero se definirán los de mayoría relativa y el 28, los de representación proporcional. Toda una farsa en lo democrático y financiero. Ninguno de los 10 partidos tiene procesos medianamente democráticos para elegirlos. En algunos casos acuerdos cupulares, en otros, la mayoría, designación autoritaria y discrecional por la dirigencia. Lo mejor viene de quienes se apoyaron con estudios de opinión para definir la idoneidad de candidatos.

Efectivamente, las precampañas son una farsa. El tope de gasto es ridículo: $224,074.72. El régimen legal, en lugar de apostar a la transparencia sobre origen y destino de recursos, impuso topes poco realistas. Sin embargo, como no hay competencia, salvo la simulación en la que incurrirán algunos partidos, no habrá controversia legal.

¿De qué sirve la regulación, el financiamiento a los partidos, una costosísima burocracia electoral y una ofensiva campaña en radio y televisión, si no hay competencia? La realidad es que las precampañas son la antesala a la competencia real, la electoral, por ello los partidos preparan promocionales no para que sus militantes o los ciudadanos decidan quién debe abanderarlos, sino para prevalecer en la elección constitucional. Lo del PRD es solo ejemplo, repudiable no por su crítica al adversario, sino por la ofensa a particulares ajenos a la contienda.

Por razones propias, la cúpula del PRD está en entredicho. Hacer de un destacado periodista o de una empresa televisiva coartada para eludir su responsabilidad por haber promovido y protegido candidatos narcos o gobernantes indolentes, problema en todos los partidos, fue un error monumental, además del envilecimiento que provoca a la contienda. Pablo Gómez, representante del PRD en el INE y uno de los hombres más lúcidos de la izquierda, pidió que se retiraran. 

Al menos en este caso ha habido corrección; deberá llamarse a cuentas al estratega que hizo enfrentar absurda e hipócritamente al partido con uno de los factores de poder más significativo. Seguramente son extranjeros que por primera vez incursionan en una campaña nacional. Los agredidos tampoco deben involucrarse en la contienda, aunque el PRD les haya dado ocasión.

El PAN es el partido mejor habilitado para resolver la selección de sus candidatos con un piso básico de legitimidad. Ricardo Anaya es garantía para recuperar la sensatez extraviada. El dominio de Gustavo Madero se hace sentir, pero ha tenido que ceder ante la razón política: Luisa María Calderón debía ser la candidata a gobernadora en Michoacán y es un prestigio para el PAN y su dirigencia el que Margarita Zavala esté en la boleta, preferentemente en el primer sitio de la lista plurinominal. El PAN también tiene la mejor posición para el debate que viene: la economía. Por convicción o cálculo el PAN fue visionario en la reforma fiscal y eso le ofrece una oportunidad privilegiada. Las condiciones de la contienda indican que de los tres partidos grandes será el PAN el que incrementará sus curules y cargos en comicios locales.

El PRI tiene mucho por defender. Como ha señalado Liébano, puede ganar más distritos que un buen porcentaje de votos, situación que complica la meta para alcanzar mayoría absoluta, aún en alianza con el PVEM. El objetivo del PRI es evitar que la elección se vuelva referéndum del gobierno y remitir la competencia al ámbito local. Además, por su fortaleza territorial, su competitividad mejora en condiciones de baja participación, situación probable en los estados donde solo se elijan diputados federales.

Fuera de los tres grandes partidos, Morena y el PVEM tienen el mejor posicionamiento. Al PRI le conviene que el PVEM postule candidatos en distritos de triunfo probable del tricolor, esto porque si el PRI obtiene un bajo porcentaje de votos, el límite a la sobrerrepresentación significaría que no le afecta que el Verde postule de 20 a 30 candidaturas distritales de potencial triunfo priista. De esta forma, el PVEM podría incrementar su presencia en la Cámara de Diputados, además de ganar en zonas de perfil ciudadano como es el Distrito Federal.

Morena representa la gran expectativa. Su disputa se dará en los territorios de voto por la izquierda y su fortaleza será a costa del PRD. Su oportunidad está en el Valle de México y, singularmente, en el Distrito Federal. En Tabasco y Campeche tiene condiciones de competitividad. Sin embargo, su objetivo se limita a disputar al PRD su condición de representante de la izquierda. Para ello no requiere superarle en votos, simplemente ser la cuarta fuerza política y que el PRD tenga su peor resultado electoral, prospectiva probable.

Para los demás el reto es la supervivencia. Esto dependerá, en algunos, de la capacidad de trasladar en votos su base social, en otros, de postular candidatos competitivos en elección de gobernador y ayuntamientos. Todo anticipa que al menos tres partidos perderán registro.

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